Ramón
Iván Suárez Caamal
|
||
Vivimos el ritmo, lo cantamos
A cien pájaros imito y a ninguno aprisiono en la mirada, dejo libre la pluma más oído que letra, más giro y danza. Del viento copio su rumor entre las hojas: la cigarra larga, larga, los grillos insistentes, el canto de los charcos y los charcos mismos en el tambor constante de la lluvia (niños, golpes de cucharas), la piedra en el lugar exacto por donde pasará la música del río (la hebra más sensible, la hembra más al tacto de sus aguas). Y el mar, el mar también me da sus versos: cabecean las naves, el espejo se riza, la mantarraya abre su túnica, el tiburón pasa invisible, un pulpo sopla sus oscuros textos, la luna teje el regreso de los mitos o la tormenta que gime latigazos sin que naufrague el alma.
Y hay la música que todavía es sangre, la del amor, la de la ira cuando quiebra sílabas la del caudal que respiramos en dos acompasados movimientos: vida-muerte noche-día hambre-espacio, soy en ti, eres en mí las dos aguas del reloj que erotizan el instante.
Y la fuente interior, la que repite diálogos perdidos en un bosque de espejos, la voz que lucha contra el ángel o se suma en coro de alabanzas a la fuente misma.
Tiene música la rosa verdadera, la de los vientos, áurea, y aun la pobre rosa del poeta.
Y la noche: el jaspe de sus bestias, sus estrellas enanas, el sombrero de mago de sus hoyos negros y el dado de carbón que sirve a la escritura.
Alguien me invita a seguir hasta que el verbo trepe la muralla. Hay un rastro en el polvo, una huella audible solamente para los que se desnudan y se zambullen en el fuego. Óyela con la piel, tócala con la mirada y que tu voz se fugue y escriba lo que el viento habrá de llevarse bajo el cielo, en el corazón de tus hermanos.
_______________________________ Fuente: Ramón I. Suárez Caamal. Pejeluna. Universidad Autónoma Metropolitana. México, D.F., 1996. 120 pp. Colección Libros del Laberinto, 50. |
||
JULIO
DE 2002
|
Grupo Génali (Géneros Narrativo y Lírico) |