Publicó crónicas de sucesos de la ciudad y pensamientos de su peculio en la revista “Cal-kin”, editada por el Ayuntamiento y el grupo literario "Génali", de 1992 a 1994.
Escobar Centurión se caracterizó entre sus paisanos por ser bromista, y mantener siempre en su rostro una sonrisa para todos. Mucho antes de su deceso, vivía solo en su humilde hogar, en el que se acompañaba de libros, revistas y periódicos, además de su antigua máquina de coser, ya que desde su juventud se dedicó a la sastrería y a tenedor de libros.
Fue maestro de Violín en la Casa de Cultura; y auxiliar en el Departamento de Comunicación Social del Ayuntamiento, donde tuvo un buen desempeño como en sus anteriores ocupaciones.
Como una muestra de su creación literaria, están algunas "frases no célebres", publicadas en el ejemplar No. 4 de la revista “Calk-k’ín”:
“Entre los escritores soy analfabeta; entre los analfabetas soy escritor.”
“Si es que tiembla mi mano, no es por miedo, es que la tengo cansada de tanto escribir.”
“Los buenos aguantan las injusticias, los malos no.”
“Vale más entender sin estudiar que estudiar sin entender”.
“El mucho dinero envilece a los hombres, los hace ateos y se sienten Dios”.
“Vale más ser gusano vivo que rey muerto.”
Don Carlos siempre fue muy ocurrente, ante cualquier situación su ingenio salía a relucir. Por este motivo, sus acompañantes apreciaban el buen humor de este personaje. Una de tantas anécdotas que escribió es la siguiente, tomada del No. 6 de la revista “Cal-k’ín”.
“En cierta ocasión, un enamorado que tenía a su novia fuera de la ciudad habitaba una casa con altas rejas de metal, me invitó a que lo acompañara a él y a un guitarrista a llevarle serenata a su prometida y, resulta que a media actuación se asomó un gran perro con la intención de acabar con nosotros y para evitar que nos atacara, iba yo a emprender inesperada carrera cuando aquel amigo tomándome del brazo me dijo: ‘No sabes que el perro que ladra, no muerde’. Yo sí lo sé -le dije- pero que tal si ese animal no lo sabe y me muerde.” |