Narrativa
       
Radamés Novelo Zavala
Un Canek menos literario
 
Radamés Novelo Zavala
Nació en Palizada, en 1919. Falleció en Ciudad del Carmen, en 1990
 
Autor de innumerables libros de poemas, cuentos, novelas, obras de teatro, ensayos y pensamientos, muchos de ellos inéditos. Su vasta producción literaria se resume en los siguientes volúmenes: Gris de ausencia, Entrañas de luz y fuego, Las manos contra el muro, Días de julio, In Memoriam Carlos Pellicer y El Palizada es un río manso (novela), así como las compilaciones Imagen del hombre en las raíces del sol, Cornucopia de sueños, y La hora de ustedes
 
En el fondo del pozo brillaban aún las estrellas. Isidoro Kantún Can tomó el cántaro de barro, maltratado por el tiempo y por el uso continuo a que lo tenían sometido los hombres y las mujeres de la hacienda, y lo hizo descender por medio de la cuerda de henequén a la que estaba atado, unos diez, acaso quince metros. Al contacto del cántaro con el agua, las estrellas se rompieron y fue como si dos o tres docenas de piedras preciosas se hubieran puesto a danzar rápidamente cuando el cántaro no hizo más contacto con el líquido elemento.
De vuelta a estar el cántaro en el brocal del pozo, Isidoro dijo al visitante, que había madrugado para asistir a un amanecer campirano en las auténticas tierras del Mayab legendario:
-No soy Canek, amigo, pero soy descendiente de mayas y atesoro en mi alma las sutilezas de un pasado que se niega a morir. Es más, que no morirá nunca... Está amaneciendo. ¿No es bello, hasta con lluvia o sin ella? Yo digo, amigo, que mi corazón a esta hora reboza de impaciencia. No veo que sonrías y eso me impacienta, porque pienso que eres más de la ciudad que del campo... Reboza impaciencia porque pocos, muy pocos de la ciudad entienden que, si en apariencia somos iguales, ya no nos parecemos en el pensar ni en el sentir... Por lo que a mí respecta, pienso en maya y actúo en maya puertas adentro de mi casita... El cántaro rompió las estrellas reflejadas en el agua. Así se rompe mi corazón cuando el blanco viene a llevarse los frutos de nuestro trabajo, para a su vez venderlo y enriquecerse sin muchos esfuerzos... Yo, como Canek, escucho el rumor de mis propios pasos sobre el polvo y las piedras del camino, escucho mi propio silencio y me digo: "El esplendor de los mayas no es más, nunca más volverá a ser. Los que sobrevivimos nos esforzamos en no perecer, apegados a nuestras tradiciones, que son sólo sombra de lo que fueron en tiempos ya muy lejanos... La noche nos envuelve, y la noche es un gran manto, unas veces con temperatura de infierno, otras veces tan fría como el agua congelada... Pero tienes que perdonarme, amigo de la ciudad. Vine por agua para el café e invitarte un poco en una jícara de esas en que también tomamos el pozole, y mira que te abrumo con mis cosas, las cosas que mi pueblo lleva en su corazón, roto como este cántaro de Tepakán, que pronto no servirá para nada...
 
 
 
 
Fuente: Reunión de pequeñeces. Radamés Novelo Zavala. Mérida, Yucatán, 1987. 50 pp. Fotos: Santiago Canto Sosa (1990)