I
El aire negro que brota de mi canto
diseca palabras tornasoles
y cimbra las paredes radioescuchas
de mi oreja mutilada
por cuchillos sin matiz.
II
El agua roja de mis venas rústicas
limpia con su mano estéril
las cárceles del cuerpo:
trozo de materia corrompida,
barco sin marinos y horizonte,
islote de hienas encerradas
en cuadros sinópticos que ríen.
III
El libro azul de mi camino
tuvo un final curioso:
números que se escriben al revés
y letras microscópicas en verso.
IV
Aspiro polen sucio con la mente
mientras dirijo los incendios
de la noche paralítica.
Y veo aquella luz fantasma
que nace de mi canto
al aprender correctamente
las lecciones de la historia.
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