PRESENTACIÓN
DE "MIS PRODUCTOS"
Por
Santiago Canto Sosa
Con
un volumen de cuentos, poemas y canciones bajo el brazo,
Hugo Orlando Rodríguez camina hacia nosotros, en busca de
ojos que miren la frescura de su aliento poético,
de su musa.
Desde
hace muchos años, Hugo Orlando va por los caminos
de la Península de Yucatán escribiendo su
vida y viviendo su literatura, con una emoción profunda
y permanente. Sus historias y versos nos acercan al solar
de antaño que aún existe en rincones olvidados
de nuestros pueblos, solar en que los niños y jóvenes
mirábamos al X'men escupir el rostro y los cabellos
de la noche, en un afán de sanarla de tanta luz.
Porque la noche escondía entre sus sombras la imagen
milagrosa de la Ixtabay, que nos hacía dormir temprano
y tener fuerzas para estudiar lecciones de inocencia pura;
bailar al compás de un 3x4, con un par de alpargatas
golpeando "Los aires" o el "repicar de timbales".
"El
caminante va siempre callado y con paso igual, y así
hace jornadas largas sin cansarse"; dice Mediz
Bolio. Y Rodríguez Mijangos hace jornadas largas.
Este libro es una fracción de sus vivencias escritas
desde hace más de cincuenta años.
Cada
año, ha cumplido con una promesa personal de cantarle
a Calkiní en los aniversarios de su titulación
como ciudad. Aunque reside en Mérida, no olvida las
cosas que lo forjaron en su carrera hacia el trabajo y la
superación. Escribe cuentos, obras breves de teatro,
versos, canciones y una variedad de formas literarias que,
a pesar de no haber asistido a un taller literario, va demostrando
en este espacio de papel donde expone sus productos a quien
se interese en conocer "El personaje de Chan-kom".
"El
caminante recoge en sus oídos el canto del pájaro
y el rugido del tigre; pero no se detiene ni se apresura." Médiz Bolio invita a Hugo Orlando a recoger la historia
propia de su pueblo. A veces lo alertan los rugidos de temas
que son lastimeros, como el recuerdo doloroso de "el
amigo Róger", de la "mujer esquiva"
o del amante "arrepentido".
El
autor recopila en 60 páginas los espejos que reflejan
su existencia, en un devenir de sensaciones y "paseos
emocionales" por sus recuerdos. No se detiene, ni se
apresura, aunque los años y los viajes fatiguen sus
ojos. Mientras más tiempo pasa, más escribe,
porque es poeta joven, quizá más joven que
los jóvenes que se dicen poetas y nada dicen.
"...
va solo y en silencio por lo espeso de los montes, muy adentro
de la noche, y oye lo que no ve. Porque de la tierra salen
voces que le hablan." Exclama al fin Antonio Mediz
Bolio, después de esperar medio siglo para que alguien
salga del espeso monte de la realidad y le hable. Hugo Rodríguez
Mijangos da a conocer gráficamente su voz.
La
literatura no ha sido valorada como debe ser. Se premia
al cantante que hace gestos; se premia al actor que más
asiste al salón de belleza; se premia al deportista
que luce marcas comerciales en sus camisas o zapatos... Se
premia escasamente al ser humano que compila y recrea los
momentos álgidos de la vida, al poeta que vive profundamente
los ocasos y destellos, al narrador o al pintor que busca
en los pechos de las cosas el grato sabor de la naturaleza.
En
esta ocasión, la mínima parte de la obra de
Orlando Rodríguez puede por fin llegar a las
bibliotecas y a las instituciones culturales ávidas,
también por fin, de darle permanencia a sus personajes
y tradiciones.
Fuentes:
Texto leído por Santiago en la presentación del libro / RODRÍGUEZ MIJANGOS, Hugo Orlando. Mis productos.
Cuentos, poemas y canciones. Ediciones Nave de Papel. H.
Ayuntamiento de Calkiní, Campeche, 1997, 60 p.
Volver