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Jorge Miguel Cocom Pech

ACERCA DEL LIBRO LOS SECRETOS DEL ABUELO

Por Carlos Lenkersdorf

 

LLAMADA MAYA

El libro del autor combina dos propósitos, íntimamente enlazados. Por un lado está la misión de Jorge Cocom de dar a conocer las enseñanzas recibidas de su abuelo y, por otro, están las enseñanzas mismas, situadas en el contexto de otra cosmovisión que, a nuestro juicio, representa el fundamento del libro y su manantial del cual brotan las enseñanzas del padre de su mamá.

Cosmovisiones son maneras de no sólo percibir la realidad, sino de vivenciarla con los cinco sentidos y los sentimientos, con las aspiraciones e imaginaciones, con las rutinas diarias y también la razón. Cosmovisiones nos hacen captar todo un mundo. Son globales y globalizantes y, por ello, son, a la vez, cárceles que nos encierran, porque pretenden abarcar todo el mundo, y así es que suelen excluir otras realidades. La cosmovisión occidental, hoy día predominante, es representativa de la tendencia exclusivista. No acepta competidores serios, tampoco otras ideologías dentro de la misma cosmovisión como por ejemplo el socialismo real existente. A los "rivales" potenciales se los descalifica. La razón es que diferentes cosmovisiones son incompatibles, pero sí pueden ser tolerantes. Muchos de los pueblos mayas han dado ejemplos de tolerancia a lo largo de casi quinientos años de coexistencia con los europeos y sus descendientes.

Las cosmovisiones, a diferencia de ideologías, nos envuelven y penetran por completo de modo tal que ni nos damos cuenta de ellas, sino que pensamos que así como percibimos, pensamos y nos imaginamos las cosas así son. Por ello, también se piensa que todo el mundo tiene las mismas percepciones y se habla de la globalización o universalidad de la percepción de la realidad.

La misión del autor, fundada en la cosmovisión maya, representa una advertencia que confronta a los lectores, mujeres y hombres de hoy en día. El abuelo del escritor en el sueño le recordó a su nieto el encargo no cumplido. Tiene que dar a conocer las enseñanzas recibidas y agrega la amonestación siguiente:

los pueblos en donde comienza la destrucción y la pelea entre hermanos ahuyentan las lluvias, que dejan de caer en la tierra; además, los árboles nos niegan sus frutos y al poco tiempo se multiplican las enfermedades. Cuando anida el odio en la cabeza del hombre, la tierra lo castiga negándole sus dones.

Las enseñanzas del abuelo maya, por bella que sea su forma, no se nos comunican para el mero deleite estético, sino para una llamada de atención porque se trata de la sobrevivencia de nosotros, los humanos, en esta tierra.

La llamada es que los árboles nos niegan sus frutos, el viento y la noche nos cantan, la tierra nos castiga, es decir, todo el mundo nos habla y las actividades nuestras destierran las aguas que nos dan vida. Todo el mundo vive y nosotros no somos más que una especie entre otras. No somos tan únicos, ni tan singulares. Formamos parte de una comunidad cósmica donde el Espíritu nos dice "yo soy tú y tú eres yo". Es la comunidad de hermanas y hermanos, de respeto mutuo. Todos nos complementamos. Nuestras acciones tienen consecuencias insospechadas. Repercuten en las "cosas" que consideramos materia o naturaleza muerta. No son cosas sin alma sino que sí están animadas y quieren vivir en comunidad con todos los demás vivientes. Sufren y se alegran. Saben llorar y sonreír. Saben ayudarnos y saben tragarnos. Porque "el espíritu de la vida es el nombre de todas las cosas" que esperan que seamos hermanas y hermanos de ellas.

La extensión cósmica de la llamada tiene otra implicación. Las enseñanzas mayas de don Gregorio no sólo se dirigen a cada uno de los lectores, sino que interpelan toda la sociedad, tanto a nivel económico como político. El abuelo del autor se acuerda de la llamada guerra de castas

cuando los blancos atacaban a los mayas, los exterminaron sin miramientos. Lo mismo mataban a mujeres y a ancianos que a niños. Por tal razón. y ante el peligro que ocurrían estos conocimientos, fueron preparados cuatro jóvenes (entre ellos el abuelo de mi abuelo) para ser entrenados en todos los aspectos concernientes a estas sagradas enseñanzas.

Las enseñanzas se propagan, sobre todo, en tiempos de peligros bélicos que siguen amenazando a los indios. Fueron los "blancos" que asesinaron a los indios mayas sin miramientos. ¿No estamos viviendo una situación parecida? En muchas partes del país los indios viven la amenaza de la presencia militar. En el sueño el abuelo del autor hace referencia a la "pelea entre hermanos" que representa la coyuntura oportuna de difundir las enseñanzas a fin de que la sociedad sepa cuáles son los pensamientos de los mayas. Las enseñanzas son, pues, una llamada a la cordura, a la comprensión y a todo lo que su cosmovisión representa de la cual tenemos que hablar un poco más.

Esta clase de cosmovisiones donde no hay naturaleza muerta, sino que todo vive, se suele llamar, a menudo con desprecio o condescendencia, animismo, representativo de "pueblos primitivos". En vista de la crisis ecológica aguda, del desdén de los sin poder, de la discriminación de los pueblos aborígenes, de la pauperización creciente de los pobres y niños, considerados superfluos, de la comercialización de todo y de la guerra sin cuartel contra la naturaleza, la percepción de que todo vive no tiene nada de anacrónico. Es el mensaje maya de Don Gregorio Pech y su nieto Jorge Cocom, ambos visionarios que representan una cosmovisión animista y la proclaman en consonancia con la tradición maya del Popol Wuj y de otros testimonios mayas, vivos hasta la fecha de hoy y también documentados.

La belleza del lenguaje poético hace el mensaje más intenso y urgente sin convertir la lectura de los testimonios en puro goce estético. El deleite, producto seguro de la leída del texto, no nos conduce a la meta de los mensajes de Pech y Cocom. Nos interpelan con preguntas inquietantes que surgen en nuestra mente. ¿Qué nos dice el suelo de la ciudad, asfixiado debajo de toneladas de cemento, asfalto y hormigón? ¿Qué nos pregunta la basura que desechamos a diario para contaminar el suelo? ¿Qué nos dicen los niños de la calle cuyo hogar es el drenaje de la ciudad? Todos nos hablan, todos nos miran, todos nos esperan y no los escuchamos. Nosotros los vemos sin verlos. Tampoco respondemos a la esperanza que tienen en nosotros. Nos hacemos ciegos, sordos y duros de corazón para no captar las palpitaciones del cosmos viviente.

Debemos saber, sin embargo, que no se nos condenó por vida a la no percepción. Todas las cosas nos hablan, a veces nos gritan y las podemos escuchar si frenamos nuestro blablabla y apagamos los ruidos que siempre nos acompañan. Hay también visiones que nos aguardan si con paciencia comenzamos a escuchar los latidos de nuestro corazón que sigue inquieto hasta que abrace a Ti, y Tú lo abrazas, Espíritu y Madre de todos los vivientes; visiones que nos hacen vivir en armonía con el cosmos antes de que la ira de la Tierra nos trague por la ceguera de los sentidos y la mente atorada en la soberbia; armonía también con todos los hermanos y hermanas marginados, nuevamente considerados no bien nacidos.

El libro es un despertador que nos quiere sacudir para que abramos los ojos del corazón de aprender de algunas de las enseñanzas mayas, tan bellamente trasmitidas por Jorge Cocom.

El libro es corto y variadas son las experiencias, contadas por el autor en el contexto de otra cosmovisión que nos cuestiona e interpela. Seguramente el abuelo le debe haber comunicado más enseñanzas a su nieto durante los largos años de convivencia e instrucción. Esperamos que el autor no se olvide de su misión, encargada por don Gregorio, para que aprendamos más de la sabiduría maya que nos hace mucha falta en el tiempo de tanta soberbia e ignorancia occidentales con respecto a los pueblos autóctonos, su sabiduría profunda y sus conocimientos de realidades que ignoramos. De todos modos, damos las gracias al autor por la suerte que tenemos por poder leer y escuchar esta llamada maya.

Datos biográficos de Jorge Miguel Cocom

Prólogo (por Miguel León Portilla)

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