Maximiliano de Habsburgo fue emperador de México
de junio de 1864, en que tomó posesión
del cargo, a mayo de 1867.
Durante
su gobierno enfrentó muchas dificultades. Tuvo
diferencias, por cuestiones ideológicas, con
los propios conservadores que lo habían invitado
a venir al país; surgieron desavenencias con
el nuncio papal, y consecuentemente con el Vaticano;
pero sobre todo, el principal obstáculo fue la
resistencia armada de los republicanos, jefaturados
por Benito Juárez; y agudizado todo esto por
la falta de recursos económicos.
Transcurre
el tiempo, y otras circunstancias internas y externas
llevan a un mayor debilitamiento al imperio y a su posterior
derrumbe.
El
emperador fue aprehendido, juzgado y fusilado en Querétaro,
juntamente con los generales mexicanos Miguel Miramón
y Tomás Mejía, el 19 de junio de 1867.
El
estado de Campeche fue una de las entidades donde había
autoridades imperiales constituidas, y al ser derrotadas
por los republicanos fueron depuestas y hechas prisioneras.
Tres
de ellos fueron el general Juan Espejo, comandante militar
de Campeche; el Lic. Nicolás Dorantes y Ávila,
prefecto político de Campeche; y José
Dolores Ponce, prefecto político y comandante
militar del departamento del Carmen. Los dos primeros
apresados el 1º de junio de 1867, y el tercero
desde el 23 de abril del mismo año.
A
pesar de la petición que hicieron numerosos ciudadanos
para salvar la vida de los prisioneros, el gobernador
del estado, Lic. Pablo García y Montilla, tal
vez buscando similitud con los juicios que se llevaban
en Querétaro (Maximiliano, Miramón y Mejía),
se mantuvo inflexible y ordenó que en la noche
del 12 de junio, sigilosamente, fueran trasladados a
Calkiní, con la orden de ser pasados por las
armas.
Una
vez consumados los hechos en la tarde del jueves 13
de junio de 1867, el teniente Febronio Caraveo, que
era uno de los militares que venía al frente
del pelotón de soldados, informó a sus
superiores sobre el cumplimiento de la misión
encomendada.
A
decir de algunas personas que supieron de los hechos
por relatos de sus antepasados, los fusilamientos se
efectuaron en la plaza principal, en un paredón
que se ubicaba entre las propiedades de Eliecer Canto
(calle 21 # 102) y Gonzalo Rodríguez Cuevas (calle
21 # 104).
Las
inhumaciones se llevaron a cabo en el cementerio general
de la Iglesia Parroquial de San Luis de Calkiní.