La fiesta se divide en 2 partes: una que es religiosa, que consiste en procesiones o gremios, éstos acompañados con banderolas y estandartes, y con música de charanga, recorren las calles de la ciudad, para hacer su entrada al templo, para ofrecer rosarios y misas; por las noches, a las puertas del templo, se queman vistosos juegos pirotécnicos, luces de bengala, etc., igual el famoso "torito", cornúpeta de yeso al que le ponen encima un carapacho con luces de bengala, Ésta es cargada en hombros por voluntarios y corretea entre la gente, que al soltar los "barrepies" hace gritar y correr a los asistentes. La segunda fiesta es profana, se realiza en la plaza cívica de la ciudad, donde se instalan numerosos juegos mecánicos, puestos de comida, chucherías, ropa, loterías, donde se divierten chicos y grandes.

SOBRE LA LLEGADA DE LA IMAGEN: Gentes antiguas nos infromaron que no se acuerdan cuándo dieron inicio estos festejos, que se hacen desde sus bisabuelos y tatarabuelos y así van de generación en generación. Sobre la llegada de la imagen a este lugar, se cree que fue en el año de 1565, junto con el Cristo Negro de San Román de Campeche y el Cristo de las Ampollas que se venera en la Catedral de Mérida, Yucatán; los 3 se asemejan en el color y en las fechas de sus festejos (el de Campeche en el mes de septiembre y el Calkiní y Mérida en octubre). El historiador, Dr. Eduado Baeza García (+) afirmaba que "juntos forman la 'Trilogía de la crucifixión', tres Cristos Negros que arribaron a la Península de Yucatán, poco después de la Conquista, y que fueron traídos por los frailes franciscanos para refrendar la fe cristiana entre los indígenas recién conquistados".

DETERIOROS EN LA IMAGEN: Desde hace varios años, la imagen del Cristo de la Misericordia muestra ciertos deterioros ya notables como son: cuarteaduras en las axilas de sus brazos; el dedo meñique de la mano izquierda tiene otro dedo que no es el original, tiene un cuarteadura encima de su cabeza y también de su oreja izquierda. Por lo que es urgente su restauración por gente especializada.

José Luis Cantos Sosa párroco de la ciudad, y Carlos Fernández Canul esperan que las autoridades estatales y municipales brinden su total y valioso apoyo para tratar de seguir conservando esta hermosa imagen, ya que el paso de los años, el tiempo y el clima, ya han hecho mella en la estructura de la imagen, una de las joyas que contiene nuestro Templo y Convento de San Luis Obispo, y que los visitantes acuden a admirar, junto con los tesoros que en este recinto se encuentran.