Por
otra parte, gracias a las capacidades innatas del ser humano,
el lenguaje representa simbólicamente el pensamiento,
las emociones, experiencias y los conocimientos. Estas bondades
del potencial del hombre, son el medio para comunicar y socializar
la riqueza cultural de las comunidades. Si bien, la escritura
es una herramienta para evidenciar el conocimiento, es también,
un medio excelente para la comunicación entre los individuos;
lo cual permite reconocer su funcionalidad y propósito
como recurso social, en la vida de los pueblos.
Independientemente
de la lengua, nación o civilización, la palabra
escrita perdura en el tiempo y en el espacio; por ello, el reconocimiento
universal del trabajo literario de hombres y mujeres, porque
su legado, se conserva de generación en generación
entre las culturas. Ya sea un texto informativo, humorístico
o literario, escrito en prosa o verso, tiene una intención
propia, un destinatario y una estructura. La fuerza de las palabras
está en su significado, cada significado comunica la
intención de su valor; así, al escribir o leer,
podemos interpretar el contenido de la expresión y comprender
la secuencia de sonidos.
“La
magia de la poesía transforma el pensamiento, enaltece
la sensibilidad…” es a través de los
sonidos engarzados en la cadencia de los versos, cuando se percibe
la música de las sílabas; cuando el valor simbólico
de las palabras toca las fibras del espíritu y anida
en el pensamiento. Dice Alex Grijelmo (2007) “El lenguaje
del amor dispone de muchas palabras que seducen por sí
mismas, independientemente del uso o lugar en la frase: labios,
boca, corazón, sonrisa, ojos, manos…”
En particular, las composiciones poéticas recurren a
los significados de las palabras para representar imágenes;
así, encontramos la belleza arropada en cada verso, el
lado luminoso de los astros, la frescura de la aurora o la fogosidad
en el beso de los enamorados.
Cuando
el amor es adicción (Fragmento) **
Quiero
esconderme en tus brazos,
sentir el fuego,
prenderme
de tus labios encendidos.
Asomarme
a la ventana de tus ojos,
mirar en el cristal de tu alma
el capullo de alegría
cuando brota.
Refugiarme
en el rincón de tus pupilas,
despertar con los lirios
y el perfume de las rosas.
Construcciones
como las anteriores, asocian emociones y pensamientos con los
conceptos de ternura y cariño, palabras que ofrecen posibilidades
de seducción; ahí están escondidas las
imágenes. La seducción es implícita. ¡Qué
forma de dejarse seducir! Entregarse por completo a la secuencia
de palabras, navegar entre líneas, viajar entre arquetipos
y sumergirse en las profundidades de las metáforas, son
algunas de las posibilidades del poeta y sus lectores.
La
poesía se vuelve una llama ardiente, enciende emociones,
evoca historias, pinta paisajes, refleja la desnudez del alma
bajo el resplandeciente sol o ante la tímida luna. “La
poesía acudió a los sonidos seductores, conocedora
de ese valor inmenso; el lector se deja conquistar por la belleza
y la evocación de las palabras del poeta” (Grijelmo,
A.)
Es
tal, el valor cultural de la poesía para la humanidad,
que la UNESCO declaró el 21 de marzo, como “Día
mundial de la poesía”, una fecha simbólica
para reconocerla como reflejo de las sutilezas del alma, capaz
de expresar la existencia del ser que vive, ama, sueña
y piensa. Celebremos la generosidad de la escritura, defendamos
la riqueza cultural de los idiomas, brindemos por la seducción
de las palabras, en cada verso, en cada estrofa, en cada poema.
La poesía vive.
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Del poemario “Dos motivos”.
San
Francisco de Campeche. Marzo de 2010. |