Calkiní, 22 de noviembre de 2007
 
Reseña histórica de la fiesta tradicional del barrio La Concepción
 
 

Desde hace bastantes años, en el barrio Ferrocarrilero, mejor conocido como La Concepción, en la ciudad de Calkiní, se organizan actividades populares en honor de la Purísima Concepción. En este suburbio, habitado en un principio por familias provenientes de Nunkiní y San Simón, se comenzaron a preparar diversas ofrendas religiosas, a través de oraciones, plegarias, misas, veladoras, etc., y actividades sociales como la Vaquería, “Corridas de toros” y bailes, que con el tiempo han ido distorsionando su forma original.

 

Los ancianos aún expresan grandes recuerdos sobre esta festividad. Cuentan que en un principio, desde 1925, los festejos buscaban coincidir con el 24 de diciembre. Iniciaban un miércoles, con la Vaquería, por la noche, en la que infinidad de grupos de jaraneros llegaban de pueblos circunvecinos y de nuestra localidad, a mostrar su entusiasmo con los ritmos de 3x4  y  6x8, bajo la música inigualable de orquestas como la de Juan Cervera, que el día siguiente también amenizaban la Vaquería de la tarde, con sus notas de trompetas y timbales. Se repartía pozole a la gente que engalanaba el sitio.

El viernes, la primera “Corrida” abarrotaba de niños y adultos los palcos de huano, lengua de vaca y palos de jabín, chucum, dzalam y otras maderas atadas con “mecate”. El ruedo estuvo ubicado en los terrenos donde ahora está la escuela primaria “Pedro Pablo Arcila”, y en ellos se ubicó también el salón de baile y de juntas de los socios, quienes daban la mitad de los gastos, y la autoridad municipal la otra parte.

La actual plazoleta estuvo llena de piedras, pero con el tiempo fue acondicionada para el coso taurino. En este lugar fue presentado el primer toro de casta, que trajeron en carreta, y que  fue la sensación para los pobladores. En esa época no existían “charlotadas”, ya que surgieron recientemente, con el motivo de recaudar algo más de dinero que sirviera para solventar los fuertes egresos.

El sábado y el domingo continuaban las “Corridas”. Por las noches se efectuaban jolgorios y bachatas en los que se cobraba muy poco, y en los que se vendía anís de mono, caña y otros licores, que las cervezas suplieron en sus diferentes modalidades.
En la iglesia, más pequeña que la contemporánea, se hacían “novenas” y misas. Los sacerdotes exigían la asistencia de la gente y ésta colaboraba voluntariamente para adquirir los ornamentos necesarios para los actos litúrgicos y dedicados a la Virgen.

También se recuerda a niños y jóvenes rompiendo “cantaritos” (papules), de los que salían alimañas  y otros animales que presurosos buscaban refugio en las albarradas. Los grupos organizadores de la tradicional “Cabeza de cochino” danzaba por los patios y esquinas del barrio, con cintas multicolores, hasta llegar a la casa acordada, donde el socio elegido repartía copitas  de  licor.

En los últimos años, las celebraciones se adaptan a las fechas en que los vacacionistas llegan a la ciudad, recién pagados sus aguinaldos; con ello, se pretende recuperar parte del dinero invertido en los preparativos de la Fiesta.

Se llevan a cabo festivales artísticos, concursos o demostraciones de ramas, coronación de reinas o imposición de bandas a embajadoras, misas a las cinco de la tarde, rosarios, eventos deportivos, espectáculos de “Luz y Sonido”, etc.

El convite se efectúa uno o dos domingos antes, permitiendo a los socios prever fondos económicos aportados por la gente en la puerta de sus casas, al irrumpir la música de “charanga” y el ruido de bombas y “voladores” en el entorno bullicioso.

De esta manera, se contribuye a la realización de un programa, que en hojas impresas es distribuido durante la caminata matutina.

La Vaquería ha decrecido su presencia; los palcos tradicionales le han cedido su lugar a los cosos de hierro y lámina. Se encienden menos velas en el recinto cristiano, pero se organizan nuevas formas de acercar a los fieles católicos a encontrar en la imagen de la Purísima Concepción, el alivio a su dolor y la promesa de grandes propósitos en beneficio de los hogares.

En los últimos años, se toma el ocho de diciembre en las efemérides católica, para venerar a la patrona del barrio, con el fin de que los habitantes del éste y de la comunidad, rindan culto a la santa patrona que -junto a la Virgen del Carmen- reina en el altar de esta capilla desde hace un siglo.

 
 
Fuente: "Los ojos de Ah-Canul"; reseñas y comentarios (2000-2007). Santiago Canto Sosa / Foto: Santiago Canto Sosa; 2007