Este año, China arropa a 204 países del planeta,
sede de la segunda olimpiada del siglo XXI; bajo el lema “Un
mundo, un sueño”, que resume la esencia y los valores
universales del espíritu olímpico: unidad, amistad,
progreso, armonía, participación y esperanza.
Beijing ha sido escenario espectacular, ciudad asiática,
con magia oriental y misticismo, está en los ojos de
la humanidad. El avance tecnológico, estadios modernos,
extrema seguridad, represión, crecimiento deportivo y
rendimiento de sus representantes, han dado el toque especial
a los juegos de verano.
Cada
una de las instalaciones y ciudades sede de las competencias,
se ha visto matizada por un mosaico de rostros, mezcla de culturas,
diferencia de colores, intercambio de idiomas, proximidad de
creencias y solidaridad en los ideales, hacen de estos juegos,
una edición inigualable. Aunque faltan pocos días
para su clausura, cada jornada es de expectación mundial:
así vimos el poderío en el “Cubo de agua”
del estadounidense Michael Phelps, con sus ocho medallas de
oro; la capacidad de los clavadistas chinos (hombres y mujeres);
la simpatía de las mexicanas Paola Espinosa y Tatiana
Ortiz, con su medalla de bronce, en clavados. En el estadio
nacional “Nido del pájaro”, la destreza y
singular belleza de la rusa Yelena Ysinbaeva, en el salto con
pértiga, superando los 5 metros, para quedarse con la
medalla de oro; fuerza y velocidad de las mujeres de Jamaica,
en el 1-2-3 en la carrera de 100 metros planos; también
fuimos testigos del triunfo indiscutible del tenista español
Rafael Nadal, para adjudicarse la medalla de oro.
Beijing
2008 será la olimpíada inolvidable, con una super
producción artística y tecnológica en la
ceremonia de inauguración; el logro de nuevas marcas
mundiales y olímpicas, la consolidación de estrellas
deportivas y la revelación de otras. Con estos juegos,
una vez más, se antepusieron los valores de solidaridad
y respeto, ante la diversidad. En cada disciplina, mujeres y
hombres, entregaron varios años de su vida, entrenando,
preparándose para llegar en óptimas condiciones
a ese encuentro; aunque los resultados, no siempre fueron los
esperados, para algunos. Esta olimpiada, mostró al mundo,
la fortaleza física –natural- de las capacidades
humanas; evidenció la superación de algunas naciones
y el estancamiento de otras; dejó claro, que los gobiernos
deben apostar más al deporte, al desarrollo humano de
sus habitantes; evitar la corrupción, motivar a la niñez
y juventud a cuidar la salud y el ambiente.
La
delegación mexicana en esta ocasión dejó
mucho que desear, el nivel de competitividad estuvo por debajo
de los pronósticos; no así, el esfuerzo de jóvenes,
como Juan René Serrano, Yahel Castillo, Arturo Santos,
quienes, con su preparación y experiencia, avanzaron
en sus logros personales y estuvieron cerca de obtener alguna
medalla; seguramente esos momentos, serán una buena lección
y el incentivo para seguir preparándose, hasta conseguir
sus metas y darle a México, emoción y alegría.
China
ha dado una gran lección al mundo, hemos visto su poderío
en el medallero; la calidad de toda la infraestructura olímpica,
la posición de sus atletas y la expansión de su
economía; aunque su gobierno es criticado, es firme –
cree en la represión como estrategia de control –
y sus millones de habitantes viven en condiciones inimaginables;
este verano, demostró al mundo, la fuerza de una nación.
En unos días, “un mundo, un sueño”
será parte de la historia del olimpismo moderno; será
el eco de un grito en silencio de las naciones y sus atletas,
para el próximo encuentro, en la XXX edición de
los Juegos Olímpicos en el 2012.
San
Francisco de Campeche, Cam. 19 de agosto de 2008. |