Por
Santiago Canto Sosa
La
composición musical en Calkiní no ha sido prolífica.
Pero, la interiorización del artista local ha rebuscado y
perpetuado letras de canciones de autores universales. Jóvenes
y adultos que rasgan sus guitarras en su hogar y en escuelas: Le
cantan al paisaje y a la mujer. Unos, salen en busca de trabajo
en otras latitudes; otros, se quedan a sazonar el fruto de su esfuerzo
en la tarea que les deparó el destino (el magisterio, la
albañilería...).
Afortunadamente, hubo
y sigue habiendo personas dedicadas al arte de Talía, la musa de notas y versos. Al recordar
a dúos, tríos y solistas que interpretaron melodías
románticas, llena de emoción a quienes vivieron épocas
de oro, musicales.
Oír
guitarras, panderos, armónicas y hasta el sonido de una
hoja de ramón en los labios del artista, fue el sueño
real. Los temas del amor y el desaire, el reclamo a la mujer por
una desilusión sin freno, fue la causa de la escritura hecha
canción, que muchas veces se guardó, celosamente,
en un cuaderno.
El
trovador del siglo pasado no contuvo su ímpetu y saltó
de la sombra a la luz con sus textos en reuniones de amigos y familiares;
le cantó a la novia o a la amiga, en serenatas juveniles.
El carnaval lo animó a ponerle nuevas letras a los valses
y a las jotas, o a escribir himnos a colegios de diferentes niveles.
Poco
a poco, entraron nuevos ritmos al país, y a Calkiní
llegaron también con otros intérpretes. Rondallas
y orquestas fueron dejando su lugar a conjuntos de música
tropical y equipos de "luz y sonido". Sin embargo, persisten la afición y la vocación por mantener los ritmos
clásicos en las venas de los calkinienses. Coros religiosos
y escolares perviven, amparados en instrumentos de la modernidad.
Con
este breve comentario, inicio la trascripción de algunas
letras de canciones de autores locales y foráneos que le
dedican su inspiración a la tierra de Ah-Canul.
Calkiní.
2001-2002
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