Reseñas, Comentarios...
       
Agustín Labrada
La metáfora es un camino
 
Agustín Labrada Aguilera
Nació en Holguín, Cuba, en 1964. Radica en Chetumal, Quintana Roo, desde hace más de diez años. En esa ciudad, coordina el Premio Internacional de Poesía "Nicolás Guillén"
 

Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, estudió la licenciatura en educación (con especialidad en literatura y español) en el Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona", de la Habana, y actualmente trabaja como periodista en el diario ¡Por Esto! de Quintana Roo. Es autor de los poemarios La soledad se hizo relámpago y Viajero del asombro. En 1994 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo (en Quintana Roo) con una colección de crónicas y reportajes sobre la marginalidad en la frontera sur de México

 
Agustín impartió varias sesiones literarias en la Casa de Cultura de Calkiní, en 1994. En este lugar fue integrante del Jurado Calificador, del Premio Nacional de Poesía "Ramón Iván Suárez Caamal"
 
Ramón Iván mira desde su estudio cómo se transmutan los azules de la laguna de Bacalar, y pronuncia de memoria unos versos de su libro Pulir el Jade:
  Me escondo en la tortuga./ Leo los manuscritos de su casa./ Afuera el cielo se desprende en enigmas./ Noé la alzó frente al Diluvio,/ el Minotauro se perdió en su laberinto,/ en la tiniebla de los códices/ brilla el arca de la luna...
Con Pulir el jade el poeta ganó en mil novecientos noventa y uno el Premio Nacional de Poesía "Jaime Sabines", uno de los más prestigiados de todo México. Antes había publicado otros poemarios: Pavesas, Memorial de sueños, Poemas para los pequeños, La fauna de Platón y otros poemas, Bajo el signo del árbol..., pero justamente este nuevo título significó para Suárez la transición a una línea estilística diferente dentro de su poética.
  Pulir el jade se refiere tanto al título de mi libro como al cuidado que hay en él del manejo del lenguaje, la corrección cuidadosa de los textos para hacerlos concisos sin sacrificar emoción y belleza. El jade se pule con arena, debido a la dureza de su materia. Busco un estilo en donde con el menor número de palabras logre la complejidad del poema.
Explica Ramón y marca en una hoja garabatos que son como elefantes y aeroplanos en un mismo paisaje.
Le comento su soterrada vocación infantil al reincidir en el uso de estructuras-juegos, como el ideograma, y añade:
  El poeta no debe perder su alma de niño, pues la solemnidad y el acantonamiento no deben ser las directrices del escritor, también el juego es gratificante y motivador. Hacer ideogramas, haikús, me proporciona alegría y optimismo.
¿Es necesario recurrir de manera simbólica al poeta portugués Fernando Pessoa para asistir en los recuerdos de tu infancia?
Ramón Iván sonríe, sigue dibujando en el papel y dice:
  En realidad la idea de mencionar al poeta Fernando Pessoa, además de la lectura de sus libros, vino del conocimiento de una noticia de un periódico. En ella se informaba que dejó este poeta un baúl enorme del que hasta ahora se extraen poemas y textos inéditos. De la misma manera los recuerdos son un viejo baúl donde buscamos la poesía.
¿Y qué demonios es la poesía?
  Una forma de explorar el mundo oculto detrás de las apariencias, un instrumento de autoexploración, un canto a la vida y a la vez una forma de tener en las manos el misterio que se palpa en los objetos y seres cotidianos.
Ramón Iván es profesor de lengua y literatura españolas en una escuela secundaria, dirige la revista literaria A duras páginas, el taller de cuento y poesía Syan Ka'an y la Casa Internacional del Escritor. Vive en un pueblo pequeño, del cual afirma que: "su entorno me proporciona la simbología para armar mis metáforas. En un principio fueron los árboles del patio de mi casa en Calkiní, Campeche; luego la selva de Quintana Roo". Autor del Himno a Quintana Roo, Suárez vierte en su lírica todo un sistema metafórico que se apoya en la naturaleza. "Es ancestral tal vez -agrega mientras ordena sus libros, obras de Jorge Luis Borges, de Octavio Paz, de Eliseo Diego...-. Ox es el nombre de un árbol maya cuya traducción al español es Ramón. Además de los vegetales entraron en mis metáforas las aves, los insectos, la lluvia..."
 
 
Su esposa irrumpe con una taza de café, inmensa y aguada, que no armoniza con el criollo paladar isleño, pero que bebemos como Ramón sigue bebiéndose el azul del agua. "Me identifico totalmente con la naturaleza -comenta muy serio-, quizá por atavismo o por seguir la vieja filosofía de los mayas que vivían en comunión con el paisaje. En el poema Réquiem por los árboles retomo una frase del mayista Domingo Paredes: "Muerto el último árbol, muerto el último hombre".
¿Cómo describirías el libro premiado en Chiapas?
  Hay en él un manejo dual de sencillez y de complejidad. La última parte habla del Río Hondo, aunque desde una perspectiva mítica. Existe en este libro: emoción, cuidado formal y amor a la naturaleza.
¿Por ello utilizas formas poéticas japonesas, como la tanka y el haikú, o por pura experimentación expresiva?
  La tanka y el haikú convienen a mis perspectivas de precisión, claridad y belleza formal del texto, además del ya nombrado amor a la naturaleza. Otro elemento que me motiva a escribir en estos moldes orientales de la poesía es el lenguaje metafórico que en ellos se emplea.
El escritor de En el insomnio escribio, Luz del deseo obscuro y Vivir cerca del mundo concibe su estilo "como un navegar entre el pensamiento lógico y la imaginación". Dice haber aprendido "la poesía en Pablo Neruda y en los poetas del neopopularismo español: García Lorca, Rafael Alberti y Gerardo Diego. Pienso que la poesía es como una estructura que se sostiene en imágenes y en ritmos. La metáfora es un camino para detener el fluir del tiempo y del espacio.
 
 
Fuente: Palabra de la frontera. Agustín Labrada. Instituto Quintanarroense de la Cultura. Casa Internacional del Escritor, Bacalar, Q. Roo, 1995. 82 pp. Fotos: Tomada y escaneada de portada y contraportada del libro