Nos poseímos y al hacerlo nacía un sacramento
para que se abrieran al unísono el infierno y nuestras bocas
con la misma devoción de los suicidas
de los sentenciados a causa de una herejía
que bien pudo ser el amor
Mis labios adheridos a tus párpados
y tu voz buscando el hades para desfigurar su fisonomía hueca
y su plural comunión con los cuerpos
Lo supimos entonces
Estos versos que engendramos iban a asediarnos
con su procesión infinita de vocablos
con su letanía de símbolos inconclusos
de sentimientos absurdos
Estarían allí encaneciéndonos
lo supimos y sin embargo
nos tocamos como dos adolescentes
nos tomamos y no era sólo el amor
era la urgencia de sentirnos ciertos
de tantear la vida y su grito moribundo
su inexorable eco deshaciéndose a lo lejos
marchando con un adiós de pañuelos grises
Bien supiste del inminente abandono
del destierro que les aguarda a los amantes
de la vividísima soledad en que terminan
Bien sabías que este poema iba a contemplar tu desnudez tras el espejo
tus ojos buscando un indicio de mis dedos
y las arrugas de tu rostro extrañando la frecuente aparición
de mis demonios De mis arcángeles
Yo
también supe de estas misteriosas oquedades
que dejarían tus muslos en mis palmas
y del tenue sonido de tus huellas en un pasillo sin retorno
Nos amamos Eso es todo
y al hacerlo nacía un sacramento