I.
Estoy en una habitación sin techo,
dan coletazos las constelaciones;
-memoria, mar amargo-
la luna de tus uñas en la carne
se hace azul, profunda, dolorosa.
doy a los bíblicos lugares.
II.
Oías el otro azul a tu costado. En Santorín se veneró a Hefesto,
dócil el bronce refulgía.
Si Zeus biseló su presencia con el rayo
no fue menos el que puso un clavo de oro en cada estrella.
La equis del cangrejo se suspende en la noche.
Su tenaza rota golpea los reinos azules de su hermano.
Nos consume este mito junto al mar que maldice su caída.
III.
Libre la mano izquierda
busca a su melliza para cerrar el círculo:
las cinco lanzas del hambre
con las cinco torres del deseo.
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