P o e s í a

Leve historia sin trenes / Manuel Quiroga Clérigo

 
 
Al fondo la estación,
rascacielos y rosas descubriendo pacientes la mañana.
Ángeles, mariposas, la gente innumerable,
forman parte del coro
junto a almenas, la brisa, el desconcierto.
Atrás quedan los prados, las tardes circunflejas,
la perfecta odisea de mercados y acacias.
Van surgiendo arcoiris, el rocío temprano,
los tristes saltamontes que sufrieron sequías.
Los inútiles vientos vuelven a los jardines.
Es un tropel bello de cometas y niños:
habían bordeado lagos dulces, montañas.
Nadie era culpable.
Sin humos, ascensores, kilovatios
va avanzando la prisa por campos amarillos
esperando un destino de parterres.
Aquello era la vida.

Madrid, 2 de Junio 2005.

Para Manuel Cuesta de Diego. In memoriam.

Junto al Cega vuelve la eternidad
a descubrir inéditos paisajes.
Existen desde siempre el azul de los cielos,
los chopos elevándose,
el trigo abandonado,
la memoria de infancias y de arroyos.
El reloj ha escalado las horas y los días
de forma fulminante,
ha llenado de olvido
leyendas de postguerra,
nidos abandonados.
Poca misericordia nos deparó la aurora.
Las viejas esperanzas se fueron calcinando.
Quedan los pormenores de veranos angostos.
No existieron milagros para los años breves.
Junto al Cega la vida
ahora es sólo un recuerdo,
la palpitante historia de tu corta existencia.

Madrid, 3 de junio 2005.

Va quedando la luna rezagada;
llega la aurora ahora iluminando bosques, ríos, valles.
¡Qué ironía trágica que de nuevo amanezca
mientras la muerte vil va engrosando su lista
con quienes sonreían en un ayer cercano.
Esa es la paz gloriosa que prometen ufanas las necias escrituras:
¿qué descanso y sosiego merecemos tras un tiempo de lágrimas?.

 
 

Fuente: Texto enviado por Manuel Quiroga Clérigo, de Madrid, España.