C u e n t o

La cúpula azul / Radamés Novelo Zavala

 
 

La cúpula azul del cielo es un tema al que retorno tras largas incursiones por el fondo del mar y descensos a cuevas en que las estalagmitas y estalactitas son cosas de ensueño, aunque hechas por la naturaleza a lo largo de miles de cientos de miles de años. El fondo del mar me fascina asimismo. No sólo por los seres vivientes que a veces van más allá de lo bellamente fantástico, sino por sus bancos de coral rojo y negro, por su flora que uno no creyera existe si en ocasiones al alargar la mano a una hermosa flor uno no la sintiera como bañada de una materia cáustica. Mas la causticidad no logra menguar su belleza.

Retorno a la superficie del planeta, tras una excursión larga o breve (las más breves son las marítimas) y mis ojos chocan de inmediato con la cúpula azul del cielo. Marta, que siempre está esperándome a bordo de una lancha cómoda y rápida, o al volante de un safari color verde aguas moribundas, me susurra al oído luego de un beso más o menos monumental.

-Si tanto te gusta mirar y remirar la cúpula azul del cielo, ¿por qué bajas al fondo del mar o te metes en las entrañas de la tierra en esas cuevas en que es fácil hallar, además de las estalactitas y estalagmitas, alguna pintura y dibujos rupestres?

-¿Por qué me gusta que estés esperándome cuando surjo del mar o se recorta mi figura en la boca de una cueva por cuyas entrañas he ido y venido a mi antojo o arbitrio?

-Lo ignoro, Rolando, y quisiera saberlo de ti por tus propios labios.

-Para mí, eres un ensueño, y todos los ensueños son azules. Me gusta el cielo porque es azul (no importa que, en la práctica, no sea cielo y menos azul) y por su bonita forma de cúpula. Por lo que a ti concierne, ya dije que eres mi ensueño, y todos los ensueños (para mí al menos) son azules. El cielo y tú y todo lo que sea azul, el mar entre ellos, son mi razón de vivir.

-Rolando, por Dios, ¿no será que tus largas correrías por el fondo del mar y por las entrañas de la tierra...?

-¿Me enloquecieron un poco, o un mucho? -Marta asiente, resumiendo, con un movimiento de cabeza -¿Y eso te importa? Si estoy loco, es una divina locura la mía.

Marta une sus labios enloquecedores a los míos. Y me siento feliz, el más feliz de los mortales, porque es como si estuviera besando la cúpula azul del cielo.

 
 

Fuente: Reunión de pequeñeces. Radamés Novelo Zavala. Mérida, Yucatán, 1987. 50 p.