El Corazón de Ah' Canul - 73
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Eclipse lunar
Andrés J. González Kantún
Portada - 73
 

Imagen: Cortesía de Andrés Jesús González Kantún.

 

El por qué los abuelos tocaban todo tipo de instrumentos musicales en un eclipse lunar.

El pueblo se estremece de miedo. El Chilam, sacerdote maya, agita las manos y con gritos potentes orienta a todos los reunidos en la plaza de los adoratorios a tomar las debidas precauciones ante la llegada inevitable de aquel fenómeno lunar.

Las mujeres expresan angustia, los niños acurrucados junto a sus madres no dejan de llorar ante aquello que no entienden. La noche y la Luna enfrascadas en un pleito celestial. Miles de ojos en dirección al firmamento infinito, aturdidos. Los insectos nocturnos chirrían alborotados y arrecian su canto fastidioso que aturde. Tiemblan todos de pies a cabeza, hasta los animales del corral se inquietan y van en busca del lugar donde acostumbran a guardarse, y las futuras madres sollozan entristecidas, cuidando no tocar sus abultados vientres porque saben que aquel acontecimiento no trae nada bueno. ¿Es un anuncio de desdichas?

En ese ambiente de temor colectivo, zumba de repente una música triste de flautas, caracoles marinos, ocarinas, silbatos, raspadores de hueso, sonajas de frutos secos, zacatlanes, tunk’ules, conchas de tortuga, acompañado de un coro de voces suplicantes de jóvenes indígenas. Los guerreros a su vez, danzan furiosamente en contorsiones, mirando una vez el suelo; y otra vez el firmamento. Es una verdadera   revolución de voces, gritos, rezos, ritmo y música. El motivo: quieren evitar la muerte de la diosa Uh. Una luna que en esos momentos se va cubriendo de negro.  Por eso el pueblo sufre, quiere impedir que el xuulab (hormiga arriera) siga comiéndose a la madre Luna. Este evento que los mantiene asombrado es un eclipse total.

Los mayas adoraban a la Luna porque era la patrona del tejido, el maíz, la cosecha y el parto. No defenderla en esos momentos de dolor serían causas de desgracias futuras para el pueblo.

Aquellas mujeres embarazadas que se tocan el vientre en esos momentos de inquietud pueden provocar que al nacimiento del niño les salga una mancha roja en el rostro que la gente llama chibal Luna, aunque debiera decirse chibal Uh que sería lo más correcto.

No hace mucho tiempo que esta práctica murió en nuestra tierra, aunque aún se ejerce en algunos otros lugares en donde se tocan latas, se disparan escopetas o cualquier cosa que produzca ruido, pero sin que la gente sepa los antecedentes históricos de sus actos. Ya no se acuerdan del porqué los abuelos actuaban de esa manera.