Desde la más remota antigüedad, mediante una sostenida observación, el hombre se fue percatando de la influencia que en su vida y en su entorno, tenían el sol, la luna y algunos planetas; de ahí que los deificaran, y en función de ellos se desarrollaran muchas civilizaciones.
Nuestra actual cronología incluye fechas de celebraciones socialmente muy arraigadas, que están derivadas de fenómenos astronómicos, incluyendo equinoccios, solsticios y fases lunares. Tal es el caso del año nuevo, el carnaval, la semana santa y la navidad.
Me queda pendiente el “día de muertos”, el 2 de noviembre. No he podido encontrar una relación con los citados astros. Le he estado buscando una justificación del porqué de esta fecha y aún no la encuentro.
Al día siguiente del 21 de septiembre de cada año (equinoccio de otoño), se inicia la declinación del sol, y ya 40 días después, ésto es, a principios de noviembre, es muy notoria la diferencia entre las horas de luz y oscuridad de cada día. El sol continúa con su itinerario y su descenso, y llega al tope del camino, el 21 de diciembre (solsticio de invierno), cuando es el día con menos horas de claridad. Al día siguiente emprende su camino de regreso, para paulatinamente ir creando días con mayor luminosidad, y con ello vienen la navidad, el año nuevo.
Los antiguos mayas de nuestra región nos han dejado un sólido testimonio de sus observaciones sobre el comportamiento del astro rey.
En el libro de Los Cantares de Dzitbalché, está asentado lo siguiente:
Cantar No. 11: “El Canto del Juglar”: Habla de los días de esplendor del sol; mes Yaxkín de su calendario.
Cantar No. 12: “El apagamiento del anciano sobre el monte”: Habla de la notable declinación, en cierta época del año, mes Xul de su calendario.
Sin embargo, no encuentro un argumento astronómico convincente para haber fijado el “Día de los Muertos”, el 2 de noviembre de cada año. |