Salutación
Calkiní,
quisiera adherirme
al rocío de tu aurora,
y despertar
con el silbido de tus pájaros,
en la cama
del recién nacido día.
Todo mi ser y embrión
fue engendrado en tus entrañas,
en tus aguas y aire.
Germiné
íntegro en sangre y aliento;
acógeme en tu seno cuando expire.
Seré
luz de tu amanecer,
agua de tu verde océano,
alegre lluvia de verano,
aire puro de tu atmósfera,
numen cristalino
y guardián de tu sonrisa.
Calkiní
tierra donde camino
con las manos
que dibujan historia,
y de mi carne
que vibra en la presencia
de las musas que te cantan.
Calkiní,
Eterno parque de mi espíritu.
Noviembre 2000 |