El corazón de Ah' Canul - 52
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X'Kanlool
Guadalupe Berzunza Fuentes
Portada - 52
 

Una tarde lluviosa, llegó entre cantos y rituales mayas una criaturita hija de un noble guerrero y una sacerdotisa, los cuales estaban maravillados con el acontecimiento pues durante mucho tiempo la madre no había podido concebir. Según la costumbre de esa región, la niña a la que llamaron Itzayana (Regalo de los Dioses), apenas cumplió los 7 años fue ingresada al templo de la Diosa Ixchel (La Blanca Luna) para ser educada en las artes de la sanación. En sus ratos libres su padre la entrenaba en el manejo de las armas pues quería convertirla en excelente guerrera.

Pasó el tiempo y la niña se convirtió en una mujer fuerte y valiente, de tez morena, cabello largo y lacio que le cubría la espalda. El entrenamiento paternal había dado frutos, pues era una de las mejores guerreras del lugar, y siempre solicitada por el Rey de la región para labores especiales de protección a la nobleza. Itzayana no le temía a nada, siendo a veces demasiado impulsiva, lo que le valía los reproches de sus padres, pues no querían que tuviera algún percance que terminara con su vida. Visitaba el templo de la Diosa Ixchel para llevarle ofrendas y agradecerle cada vez que la protegiera de los enemigos en las batallas. Aparte de guerrera tenía la facilidad de curar a los guerreros heridos en batalla, habilidad que desarrolló cuando asistía al templo de la Diosa, pues había aprendido el arte de la curación con plantas medicinales.

Se llegó el tiempo de reclutar jóvenes que se iniciaran en el manejo de las armas. El joven Nahil (tiene mérito) pronto resaltó entre todos los nuevos guerreros; de buen porte, fuerte y valiente, rápidamente dominó todas las enseñanzas. Así fue como Itzayana y Nahil formaron equipo para las encomiendas más peligrosas de la población. Cuando no entrenaban solían recorrer los alrededores del reino para descubrir cualquier intempestivo ataque por parte de depredadores o de guerreros de otros reinos.

Cierto día, se corrió la noticia en la población de que unos extraños guerreros habían sido vistos en los linderos del reino; rápidamente, el Gran Rey convocó a todos sus mejores guerreros, incluyendo en ellos a Itzayana y a Nahil, dando la orden de que protegieran al reino a como diera lugar.

Los guerreros comandados por Nahil corrieron a revisar todas las tierras pertenecientes al Gran Rey y Señor. Con sus tácticas guerreras, en pocos días localizaron al grupo de merodeadores que venían en busca de combate para disminuir la población y así adueñarse del reino. Pero Nahil y sus guerreros, con Itzayana en la retaguardia, pronto los vencieron. Todos contentos celebraban su triunfo y no se percataron que uno de los guerreros contrarios, moribundo, logró empuñar su arco lanzando una peligrosa flecha que atravesó el corazón de Nahil. Al instante, el valiente joven cayó como fulminado por un rayo; Itzayana corrió hacia él y bañada en llanto trató de curarlo, mandó por ciertas hierbas a dos de los guerreros, mientras los que quedaban trasladaban a Nahil a un pequeño riachuelo para lavarle la herida. Sacaron la flecha y con las hierbas conseguidas Itzayana trató de contener la hemorragia de la herida. Todo fue en vano, Nahil expiró entre los brazos de la doncella; qué terrible dolor sintió el alma de Itzayana, quien explotando en amargo llanto no quería desprenderse del cuerpo del guerrero; sus compañeros entendieron entonces que ella amaba a Nahil. La guerrera pidió que la dejaran sola para desahogar ese profundo dolor que la embargaba, los demás guerreros tomaron la decisión de marchar a palacio para informar al Rey de lo sucedido. Sólo se quedaron dos acompañándola, un poco retirados para darle privacidad a su pesar. Se encontraban casi en los linderos del reino, así que tardarían tres días en volver de palacio los que se habían marchado.

Cayó la noche, y por entre los árboles se veía alumbrar la obscuridad una radiante luna llena. Entonces, Itzayana -entre lágrimas- invocó a la Diosa Ixchel:

─¡Oh poderosa Diosa, ayúdame en mi dolor! Me doy cuenta que mi amor por Nahil era muy grande y no soportaré estar sin su compañía. Dispón de mí, pero no me dejes seguir con esta angustia sin fin.

Segundos después, una poderosa luz blanca iluminó el cuerpo inerte de Nahil y sobre él a Itzayana, recostada y ahogada en llanto. Los guerreros que la acompañaban huyeron despavoridos al observar esta rara aparición. Una hermosa mujer ataviada con un traje que brillaba intensamente se acercó a la pareja:

─¡Querida hija, por todos los años que me serviste y tu enorme devoción hacia mí, te concederé el deseo de tu corazón. Serás la esperanza de los enfermos, y nunca te apartarás de tu amado.

Seguidamente, Itzayana sintió que la tierra absorbía el cuerpo de Nahil; y ella que sus brazos y piernas se convertían en delgadas raíces, envolviendo el cuerpo de su amor. Al amanecer, y con la luz del sol, en el lugar se encontraba un pequeño árbol de tronco recto y la copa redondeada; con flores de color amarillo en racimos.

Unidos para siempre por la naturaleza, Itzayana y Nahil formaron al pequeño árbol llamado por sus flores X´kanlool, el cual es una planta medicinal usada contra la diabetes y contra las enfermedades del sistema digestivo, entre otros usos. Como contiene el espíritu de los dos guerreros, es un árbol que tiene potencial invasor y rápidamente coloniza campos disturbados, rocosos o arenosos.