El corazón de Ah' Canul - 46
Inicio
Una carta para la historia
Fred Berzunza Chacón
Portada -46
 

Dzonotchel a 17 de noviembre de 1929. Srita. Profra. María Elidé Chacón P. Calkiní. Estimada Elidé. Ya puede Ud. ver si han pasado dos meses. Su cartita vino con fecha 18 del mes pxmo.pdo. y hoy un día antes de cumplirse el mes le contesto. Me dice que no le cuente nada de mi llegada, pues no le conté nada porque más parece cuento que otra cosa. Llegué a Peto el domingo 16 de julio y nos recibieron en la estación una banda de música y una gran cantidad de gente, pero esto no era por nosotros, sino por el sacerdote que llegaba junto con nosotros y que iba a oficiar una misa en el templo aquel mismo día. Como yo no conocía a nadie, me dirigí al Palacio Mpal. y allí hablé con el Presidente, por cierto muy buena persona y mi gran amigo ahora y después me encaminé al restaurante pero no había caminado ni cien metros cuando tropecé con el Sr. Ruiz Trechuelo, Ud. ya lo conoce. Es aquel viejito que encontramos cuando Ud. iba a Calkiní y yo a Mérida y a quien me recomendó mucho el Sr. Cortés. Es inspector forestal y radica en Peto, es otro de mis finos amigos. Pues bien, estuvimos paseando en automóvil y platicando de muchas cosas. Me presentó a algunos de sus amigos y medio conocí la población de Peto. Más chico que Calkiní y la gente muy diferente. Me han hablado muy mal de la gente de este lugar, pero francamente yo no tengo queja de ellos, por lo poco que los he tratado. De esto ni le hablo porque no sé qué decir de lo que no conozco. Al día siguiente emprendí el viaje a Dzonotchel. Me dieron un caballo que parecía tortuga por el paso que llevaba. Iba yo acompañado del Sr. J. Mañaga, que aquí en Dzonotchel algo así como Montes en Mérida. Forzando el paso de mi caballo pude ir hasta más de medio camino acompañado del Sr. Magaña. Cuando nos faltaban unos 6 kilómetros para llegar ( son 20 por todos ), le cogió un señor torzón a mi caballo y se paró. Y ni para atrás y ni para adelante. Me tuve que bajar y emprender el camino a pie. Antes escondimos la silla de montar a un lado del camino y dejé al caballo tirado y medio muerto, habiéndole sangrado el paladar, porque sé que esa sangre les sirve de purgante. Mientras hacía esto desapareció Magaña y no hubo más remedio que emprenderla solo. Se me hizo el camino interminable y ya empezaba a oscurecer cuando llegué a una plaza con tres casas habitadas y las demás en ruinas. Allí pregunté y supe que estaba en Dzonotchel. Aquí ya descansé y al día siguiente empecé con mis trabajos como hasta la fecha. En cuanto al maya no he tenido dificultad. Hay algunas casas en donde medio hablan castellano y nos entendemos muy bien. Con los chamacos tampoco tuve tropiezos, pues cuando vi que nadie hablaba castellano, empecé mis clases con pura enseñanza objetiva. Así estuvimos algún tiempo, pero ahora me entienden bastante y tengo algunos discípulos con quienes yo platico en castellano. Esta es la triste historia Elidé. Respecto a los exámenes hábleme lo más que pueda, siempre que no le sea molesto, porque soy nuevo y no sé nada.

Quería platicarle algo más pero ya me extendí demasiado. Mis recuerdos a Socorrito, a Pepe y a todos los amigos. Quedo a sus órdenes como Atto. S. y amigo que bien la estima. Rúbrica de Antonio de María Álvarez.

 
Carta que el Profr. Antonio de María Álvarez le enviara a la Profra. María Elidé Chacón Prego (los dos fueron docentes en la Escuela Primaria Mateo Reyes).