El corazón de Ah' Canul - 36
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El General Lázaro Cárdenas
(2a. parte y última)
Fred Berzunza Chacón
Portada - 36
 
 

Continuando con el relato de la visita del Gral. Lázaro Cárdenas al barrio de Kinlacam, en 1937, D. Aldo Baroni nos dice en su libro lo siguiente: "El General Cárdenas, que, con los pies en el fangal de la calle y la cabeza nimbada por las luces de la procesión que lo escolta, parece un símbolo vivo de fe, se da cuenta de tanta miseria y, una vez dentro del local de la Cooperativa, es él personalmente quien, por primera vez en la gira, le contesta al pueblo que le ha enseñado su infinito desamparo y le pide, con ojos febriles, el milagro de la transformación. -Habla el General, con la palabra reposada de los constructores, sus frases son siempre breves, claras, sencillas... — Quien esto escribe se pregunta: ¿En dónde estaría situada la Cooperativa y qué tipo de industria atendería?, ¿Quizá la del sombrero que comenzó a tener su pujanza durante la Segunda Guerra Mundial?. —¿Quiénes serían los que ahora todavía viven y que hayan presenciado la visita del Gral. Cárdenas para que nos cuenten sus vivencias, si es que todavía las recuerdas después de 52 años?, el tiempo nos lo dirá cuando tengamos un espacio para hurgar en los recuerdos de algunos habitantes de Kinlacam.

Continuemos con nuestro relato mientras tanto: "...Ofrece y pide. Promete y exige. Su discurso no tiene nada de político, es un contrato sin notario, entre Ejecutivo y Pueblo. —...Frente a la Cooperativa, después de doscientos metros de tinieblas, hay un cubo dé piedra. sin cúpula y sin torre, que hace llegar hasta nosotros la luz amarilla de unos cirios y las palabras latinas de un viejo canto a María.— Luz y canto me atraen primero, me guían después y llego a la capillita. — ... Uno de los pocos fieles me explica que no se trata del nieto de Salomón, ex Rey de Reyes y todavía buen amigo del capitán Edén. La estatua ascética y barbada quiere representar a San Ignacio, el fiero vasco que dictó la severísima consigna: "Perinde ac cadáver"... Hoy, día dedicado en el Santoral a la memoria del primer general de los jesuítas, algunos fieles del patrono han venido a festejarlo, con sus varas de nardo, sus granos de incienso, las luces de unas cuantas velas de cera y la ingenuidad sonora de sus cantos".

He aquí la clave, amable lector, del día que Lázaro Cárdenas visitó Kinlacam, 31 de julio, día dedicado a San Ignacio de Loyola.

Pero sigamos leyendo lo que el periodista Baroni expresa del viaje: "Mi mirada, entre respetuosa e irónica, pasa del Santo a las luces y de las luces a las ocho o diez mujeres y a los tres o cuatro hombres que, abstraídos del mundo, ele­van la vieja cantiga con que, durante cuatro siglos, la raza triste expresó el anhelo, imprecisado, pero poderoso, de una vida mejor.— ... A doscientos metros, de allí enfrente, hay algo que construye la evidente, palpable realiza­ción de un milagro: El Poder Ejecutivo está en Kinlacan, la abandonada en los siglos, la olvidada de siempre: Kinlacan. la casi inexistente.— Y ese Poder Ejecutivo habla, escucha, promete, resuelve... Es el milagro en la tierra, allí a doscientos metros, entre luces, aplausos. — Y, sin embargo, hay catorce personas en Kinlacán que no se han movido: catorce personas sin curiosidad, que prefieren las luces parpadeantes de sus cirios, la tragedia inmóvil de las ochos cruces ensangrentadas, la barba y el borsalino de San Ignacio, el perfume del incienso y el "a solo" del cantar religioso que quiere ser diálogo, que se esfuerza por establecer comunicación con el más allá y sólo escucha el eco de su misma voz...

"Mi simpatía está con los quinientos campechanos de Kinlacan que piden luz eléctrica, agua sin amiba, noches sin mosquitos, jornales mejores, mejor vida, tierra y escuelas.— Pero un poco de mi emoción de romántico incurable se queda en la iglesia consagrada al santo barbado de Vasconia que mantiene a sus pies a catorce criaturas humanas que permanecen al margen de la vida, cantando sus viejas cantigas mientras, a doscientos metros, allí enfrente, dialogan, construyendo el futuro, el Presidente y su pueblo".

El presidente Lázaro Cárdenas dio inicio con su gestión a los períodos de 6 años en el poder, anteriormente a él la duración de los períodos presidenciales era de 4 años.