El
día 16 de septiembre (no el 15), de 2010, se
conmemora el bicentenario del inicio de la lucha encabezada
por don Miguel Hidalgo y Costilla, y que tenía
como propósito lograr la independencia de la
entonces Nueva España respecto del poderío
español. Fue una revolución que vino a
sacudir y a trastocar al gobierno español de
la Colonia, pues nunca antes, en los casi 300 años
de dominación se había dado un movimiento
armado, una guerra civil, de tales proporciones que
trajo impactos en la vida cotidiana y transformaciones
en la sociedad virreinal.
Es
del inicio de ese movimiento, acaecido en 1810, del
que se celebra el bicentenario, y no el bicentenario
de la independencia nacional, como a través de
algunos medios se ha difundido.
Fue
esa gesta heroica, iniciada en 1810, la que nos lleva
a recordar y a valorar el patriotismo de héroes
como Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Jiménez,
Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis
Bocanegra, Matamoros, los Bravo, los Galeana y tantos
otros que juntamente con sus seguidores se entregaron
a la causa por la libertad, sabiendo de antemano, muchos
de ellos, que no verían los frutos de sus acciones
y que en ello entregarían la vida. Este es un
motivo suficiente para celebrar este bicentenario, para
justipreciar la iniciativa, la decisión y la
entrega de tantos mexicanos en su intento por lograr
la independencia, la justicia y la libertad; hecho que
debemos tener muy presente las generaciones de hoy y
de siempre para entender y valorar el mensaje: En los
procesos sociales no hay logros concluidos o finiquitados.
La dinámica social va llevando a nuevos escenarios
que demandan nuevas resoluciones. Los logros de la Independencia,
de la Reforma y de la Revolución requieren de
nuestra participación para no desvirtuarse o
perder el rumbo. Los patriotas, en su momento, hicieron
lo suyo, a nosotros corresponde preservarlos hacia la
equidad y hacia la justicia social.
Celebremos
el bicentenario del inicio de la epopeya por la Independencia
Nacional, la iniciada por el Padre de la Patria y continuada
hasta donde fue posible por los héroes mexicanos,
y tomemos la estafeta que nos legaron para seguir bregando
por defender y consolidar la independencia y la libertad
de México.
Hay
quien dice a propósito de esta celebración
que debió dejarse para el año de 1821,
en virtud de que en esa fecha se cumple el bicentenario
de la consumación de la Independencia Nacional,
pues el 27 de septiembre de ese año el Ejército
Trigarante, jefaturado por Agustín de Iturbide,
entra triunfante en la ciudad de México y se
rompe la dependencia del gobierno español.
Consideramos
que lo de 1821 no fue la consumación del movimiento
iniciado por Hidalgo en 1810, sino que fue una “independencia”
que nada tuvo que ver con el movimiento iniciado por
el cura de Dolores; los motivos de esta independencia
fueron los de preservar los intereses de las altas jerarquías
y de los grupos privilegiados, quienes antes que someterse
a los dictados de la Constitución liberal de
Cádiz, puesta en vigencia en 1820, prefirieron
fraguar la separación del régimen español.
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