Numerosos son los eventos programados con motivo del
Bicentenario de nuestra Independencia y el Centenario
de nuestra Revolución, considero que más
que entregarnos a festejos por todo lo alto, ambos eventos
deben ser vistos como una oportunidad para preguntarnos:
¿Quiénes somos? ¿Qué nos
ha llevado a donde estamos? ¿Qué tan satisfechos
nos sentimos de nuestros logros como nación?,
y reflexionar profundamente qué nos implica ser
mexicanas y mexicanos y el prototipo de ciudadanos que
queremos ser.
Los
momentos históricos que nos proponemos festejar
son de gran importancia en el desarrollo de nuestra
nación y ambos fueron posibles por la participación
de hombres y mujeres que conjuntaron acciones y voluntades,
tanto cuando se entretejieron las raíces de la
nacionalidad mexicana como en el proceso en que se modificó
el escenario social y político del país.
En el hecho ocurrido en las primeras décadas
del siglo XIX, la sed de igualdad, el no aceptar a supremacía
de los no nacidos en este suelo americano, es compartido
por hombres y mujeres por igual.
Desde
el inicio de las acciones independentistas la mujer
es miembro activo en las reuniones conspiradoras y colabora
en la planeación y organización del gran
evento, estallado éste, sostiene de su propio
peculio los gastos del movimiento insurgente; más
atrevida y aguerrida aún, se lanza a hacer proselitismo
incluso entre las mismas filas del ejército realista.
En ningún caso le importa ser privada de la libertad,
ni siquiera con un avanzado embarazo, que sus bienes
sean confiscados o sufrir el acoso y acechamiento por
casi toda una vida. Anda en la brega por sus ideales
como persona y miembro de una nación. Lucha con
dignidad y aplomo en esta contienda aunque sea salvajemente
torturada tratando de que denuncie coconspiradores,
más para ella carece de peso el saber que de
no confesar lo pedido, será fusilada.
La
Revolución Mexicana, primera revolución
social del siglo XX, también es escenario activo
para gran cantidad de mujeres y así lo testimonian
fotos, documentos históricos, relatos y canciones
populares. A veces empuña un arma, incluso dentro
y desde su hogar, otras es soldadera hija, esposa, madre,
amante del hombre que, como ella, se ha levantado contra
la injusticia de un régimen dictatorial; siempre
lista para el combate. "Adelitas" símbolo
de miles de mujeres-soldado que acompañan valientemente
a su hombre en la refriega, pero además, y fundamentalmente
desempeña las mismas tareas que ellos, ora telegrafista,
correo, enlace, propagandista, enfermera, despachadora
de trenes, en suma, combatiente totalmente activa y
“...cuando un hombre caía era
sustituido por una soldadera, quien con su arrojo demostraba
más audacia que los hombres..."
así lo cuenta Félix Molina Lara, miembro
del Batallón FIELES OE HUIVIRUS, testigo fiel
de la contienda. Esta es la mujer soldadera, comprometida
con sus ideales de un mundo mejor para ellas, sus hijos
y todos los mexicanos. Pero no es el único camino
transitado por ella, diversos son los senderos por conseguir
una sociedad mexicana igualitaria. Se manifiesta a través
del arte, pincelando con todo su realismo, el proceso
revolucionario vivido; también lo hace por medio
de su intelecto que pone a disposición de la
causa y así, presta su palabra para dar forma
a los ideales de los líderes que no podían
plasmarlos con letras, o, denunciando los abusos de
la revolución.
Al
éxito de la Independencia y al de la Revolución
Mexicana contribuyeron ambos sexos por igual y, hoy,
la mujer mexicana comienza a ser reconocida como coprotagonista
en la construcción de México.
¡Bien
por ella! |