Inicio de la página
Comentarios, artículos, columnas...
 
Columna de Teresita

Fin de Curso Escolar. Balance de resultados y necesidades

(7 de julio de 2014)
 
 

La escuela representa para muchos estudiantes, el espacio ideal para jugar,  convivir con los amigos, aprender y disfrutar momentáneamente de la alegría y seguridad; si esa apreciación la tuvieran todos los alumnos, la escuela se situaría en primer lugar de preferencia de chicos y adolescentes. Sin embargo, la realidad indica diferentes percepciones desde la experiencia de los educandos.

La escuela no es sólo un conjunto arquitectónico, es mucho más que esa idea. En ella concurren adultos con diferentes funciones, niños provenientes de familias diversas; un centro donde coincide un sinfín de historias de las personas que ahí se reúne y comparte varias horas diariamente. Es un espacio privilegiado para el aprendizaje, desarrollo de habilidades, adquisición de hábitos, valores, el lugar donde se aprender a convivir y a ser; donde todos aprenden.

 
 

La definición de la palabra “escuela” puede ser limitada a un conjunto de vocablos, en cambio, la significación o concepto que de ella se tenga, varía el enfoque para referirse a esa secuencia de letras; las concepciones son disímiles entre los niños, docentes, inversionistas, funcionarios públicos, empresas, padres de familia, cada uno, la concibe desde su particular vivencia y función.

Hoy día, la legislación mexicana sustenta el marco de la política educativa nacional, haciendo  énfasis en la escuela, como el corazón del sistema educativo mexicano (SEP, 2013). Una aseveración que está generando cambios de paradigma en los actores educativos y sociedad en su conjunto, pues más que una connotación, se trata de fortalecer su función para garantizar el máximo logro de aprendizajes permanentes en los alumnos; la comunidad desde la cual se propicie la transformación de las prácticas docentes, el análisis y la toma de decisiones sobre las necesidades y alternativas de solución para convertir el centro de trabajo en un entorno seguro y pacífico para la comunidad escolar, donde además, se privilegie el desarrollo profesional docente.

 
 

La reciente reforma constitucional y sus leyes secundarias, dirigen su intencionalidad a cambios estructurales, organizativos y funcionales: el fortalecimiento de los Consejos Técnicos Escolares, la Supervisión, las funciones de directores, docentes y personal de apoyo; los programas de gestión escolar,  consejos de participación social, procesos de ingreso y promoción en el servicio docente, entre varios aspectos que habrán de adecuarse a los lineamientos vigentes.

En todo ese proceso, la  escuela vuelve a ser el núcleo principal donde se sintetiza el proceso enseñanza aprendizaje, su dinámica y autonomía dependerá en gran medida,  del liderazgo del director y el conjunto de fortalezas de los docentes, como parte de la fórmula para desechar lo  negativo y rescatar lo positivo.

 
 

La escuela es un  espacio particularmente especial para vivir la convivencia con los compañeros, estudiantes, directivos y con todas las personas que en ella interactúan. Pero, para lograr una buena relación con los demás necesitamos aprender a gozar de esa oportunidad de vivir con otros, distintos, maravillosamente distintos y curiosamente idénticos a nosotros, humanos como nosotros, independientes como nosotros. El colectivo de las escuelas es una fuerza para impulsar el trabajo colaborativo y la creación de un clima escolar para la convivencia sana. El desafío es de todos, el cambio es de todos, desde y para la escuela.

A pocos días de concluir el ciclo 2013-2014, el fin de cursos es la antesala a la continuidad de la Ruta de mejora del plantel; culmina un período, egresa una generación pero la historia de la escuela seguirá escribiéndose. Ojalá las sesiones mensuales de los consejos técnicos abone nuevas decisiones,  direccione las acciones y compromete a sus integrantes a conservar su entusiasmo para alcanzar mejores resultados, detener la deserción, poner un alto al acoso escolar y refrendar el profesionalismo de los docentes.

 
 

Se aproximan tiempos intensos para los profesores y cuerpo directivo, también para autoridades educativas locales, la continuidad de los procesos administrativos  y adecuación al marco normativo, será el detonador de los ajustes y el cambio en la cultura laboral del magisterio.  En esta cruzada promovida por la reforma en la educación, los padres y tutores serán parte de la consolidación de los cambios impulsados a principios de del sexenio.

La calidad de la educación básica en México es mandato constitucional, demanda social, oportunidad para impulsar el desarrollo profesional de los docentes y directivos, revisar salarios y prestaciones de los trabajadores de la educación; el momento para dinamizar la organización escolar, invertir mayores recursos para infraestructura y servicios de los planteles, actualizar los libros de texto y materiales educativos. El gran desafío continúa…

Julio 2014.

 
 
 
Texto: Teresita Durán Vela, 7 de julio de 2014 // Fotos: Santiago Canto Sosa, 2014