Los
medios de comunicación a diario informan sucesos
lamentables o desenlaces inesperados en la vida de adolescentes
y jóvenes; hechos involuntarios o intencionados, que
terminan con la vida, dejando secuelas de dolor y arrepentimiento –algunas veces-
en los padres o familiares. En la mayoría de las víctimas,
la carencia de autoestima, desequilibrio emocional o crisis
existencial, paulatinamente conducen a las muchachas y muchachos
a experimentar sensaciones, emociones y alucinaciones, más
allá de la realidad; la confusión entre lo ficticio
y real, origina caos psicológico que inhibe el
razonamiento, en el momento de tomar decisiones, ocasionando
daño a sí mismo o a las personas con quienes
convive.
Recientemente,
el asesinato de una joven yucateca cometido por una pareja
de jóvenes, la combinación
alcohol-velocidad en accidentes, detección de embarazos
en adolescentes, abortos peligrosos en jovencitas, bandas de
asaltantes, suicidios y uno que otro caso de delitos,
han encendido más luces de alarma, en los hogares, instituciones
y sociedad. Si bien, ahora, el estilo de vida de alguno
de ellos, está expuesto a diversos estímulos:
tecnológicos, científicos, sociales y culturales;
el acceso a información de temas diversos, la influencia
de comportamientos imaginarios, estereotipos de seres inhumanos,
insensibles y la curiosidad por sumergirse en lo desconocido,
han ocasionado cambios sustanciales en el manera de ser
y vivir de la juventud en la actualidad. Y si a lo anterior,
agregamos, escenarios de desintegración familiar, violencia
doméstica, adicciones, carencias afectivas, noviazgos
violentos, abandono o desatención de los padres
y negación de un sistema de valores, la situación
se vuelve más compleja.
No
hay duda, la juventud de ahora, vive expuesta en una sociedad
vulnerable, con íconos de figuras irreales, personajes
virtuales; en donde la violencia es símbolo de
fuerza y poder; el sexo una práctica sin sentido
afectivo; los tatuajes, una autoagresión al cuerpo,
porque lejos de resaltar lo estético o tener
una marca en la piel, es un atentado contra la salud, ¿será búsqueda
de identidad? ¿ o simplemente para ser como los iguales
del grupo? La situación es crítica. Lo es también,
la vida sexual en los hombres y mujeres jóvenes; cada
vez, ésta inicia temprano, sin las precauciones debidas,
para prevenir el embarazo o contraer enfermedades venéreas.
El tema de la sexualidad es punto clave en la formación
de la persona, implica respeto al cuerpo, cuidado a la integridad;
la sexualidad es mucho más que un encuentro carnal.
Ante
tales escenarios, la calidad de vida de los jóvenes
se ve amenazada; su fragilidad –en ocasiones- es aprovechada
por adultos sin escrúpulos para llevarlos por senderos
peligrosos; por ello, es recomendable un mayor acercamiento
entre padres e hijos, ayudarlos a construir una autoestima
positiva, conocer a los amigos, compañeros de escuela –incluso
al enamorado-; inculcar valores mediante la práctica
de los mismos, ofrecer apoyo permanente, mantener vínculos
de confianza, actitudes de escucha, disposición
para atender sus necesidades afectivas y estar con ellos, en
las buenas y en los ratos difíciles. Tan sencillo como hacerse
amigo de los jóvenes, compartir juntos el partido de
futbol, escuchar las rolas del “top ten”, los personajes
de los programas predilectos, entre otras cosas, son estrategias
que pueden ayudar a conservar las relaciones en la familia,
para una vida en armonía. Es necesario, establecer niveles
de comunicación efectiva entre padres e hijos.
También es urgente que las instituciones públicas
implementen campañas permanentes de orientación,
con información médica, preventiva y de cuidados
para la vida sexual y reproductiva; espacios de entretenimiento,
actividades altruistas, eventos deportivos y proyectos culturales,
para contribuir positivamente en la formación integral
de los jóvenes. Cada aborto, suicidio, asesinato, intoxicación
de alcohol, cocaína o sobredosis de éxtasis,
es un paso peligroso, una forma intencionada para “salir
de la realidad”.
¡Salvemos
a nuestros jóvenes!
Un
aborto menos, un
joven rehabilitado, cero accidente de jóvenes, ni
un suicidio más… Ellos
son seres humanos, necesitan del amor del prójimo; confianza
de sus seres queridos, seguridad en la escuela, protección
en la familia y respeto en la sociedad.
San
Francisco de Campeche, Campeche. 1 de julio de 2008. |