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(1 de julio de 2008)
 

¡Salvemos a los jóvenes!

 

Los medios de comunicación a diario informan sucesos lamentables o desenlaces inesperados en la vida de adolescentes y jóvenes; hechos involuntarios o intencionados, que terminan con la vida, dejando secuelas de dolor y arrepentimiento –algunas  veces- en los padres o familiares. En la mayoría de las víctimas, la carencia de autoestima,  desequilibrio emocional o  crisis existencial, paulatinamente conducen a las muchachas y muchachos a experimentar sensaciones, emociones y alucinaciones, más allá de la realidad; la confusión entre lo ficticio y real,  origina caos psicológico que inhibe el razonamiento,  en el momento de tomar decisiones, ocasionando daño a sí mismo o a las personas con quienes convive.

Recientemente, el asesinato de una joven yucateca cometido por una pareja de jóvenes, la combinación alcohol-velocidad en accidentes, detección de embarazos en adolescentes, abortos peligrosos en jovencitas, bandas de asaltantes, suicidios  y uno que otro caso de delitos, han encendido más luces de alarma, en los hogares, instituciones y sociedad. Si bien, ahora, el estilo de  vida de alguno de ellos,  está expuesto a diversos estímulos: tecnológicos, científicos, sociales y culturales; el acceso a información de temas diversos, la influencia de comportamientos imaginarios, estereotipos de seres inhumanos, insensibles y la curiosidad por sumergirse en lo desconocido, han  ocasionado cambios sustanciales en el manera de ser y vivir de la juventud en la actualidad. Y si a lo anterior, agregamos, escenarios de desintegración familiar, violencia doméstica, adicciones, carencias afectivas, noviazgos violentos, abandono o desatención  de los padres y negación de un sistema de valores, la situación se vuelve más compleja.

No hay duda, la juventud de ahora, vive expuesta en una sociedad vulnerable, con íconos  de figuras irreales, personajes virtuales;  en donde la violencia es símbolo de fuerza y poder; el sexo una práctica  sin sentido afectivo; los tatuajes, una autoagresión al cuerpo, porque lejos de resaltar lo estético o  tener una marca en la piel, es un atentado contra la salud, ¿será   búsqueda de identidad? ¿ o simplemente para ser como los iguales del grupo? La situación es crítica. Lo es también, la vida sexual en los hombres y mujeres jóvenes;  cada vez, ésta inicia temprano, sin las precauciones debidas, para prevenir el embarazo o contraer enfermedades venéreas. El tema de la sexualidad es punto clave en la formación de la persona, implica respeto al cuerpo, cuidado a la integridad; la sexualidad es mucho más que un encuentro carnal.

Ante tales escenarios, la calidad de vida de los jóvenes se ve amenazada; su fragilidad –en ocasiones- es aprovechada por adultos sin escrúpulos para llevarlos por senderos peligrosos; por ello, es recomendable un mayor acercamiento entre padres e hijos,  ayudarlos a construir una autoestima positiva, conocer a los amigos, compañeros de escuela –incluso al enamorado-; inculcar valores mediante la práctica de los mismos, ofrecer apoyo permanente, mantener vínculos de confianza,  actitudes de escucha, disposición para atender sus necesidades afectivas y estar con ellos, en las buenas y en los ratos difíciles. Tan sencillo como  hacerse amigo de los jóvenes, compartir juntos el partido de futbol, escuchar las rolas del “top ten”, los personajes de los programas predilectos, entre otras cosas, son estrategias que pueden ayudar a conservar las relaciones  en la familia, para una vida en armonía. Es necesario, establecer niveles de comunicación efectiva entre padres e hijos.

También es urgente que las instituciones públicas implementen campañas permanentes de orientación, con información médica, preventiva y de cuidados para la vida sexual y reproductiva; espacios de entretenimiento, actividades altruistas, eventos deportivos y proyectos culturales, para contribuir positivamente en la formación integral de los jóvenes. Cada aborto, suicidio, asesinato, intoxicación de alcohol, cocaína o sobredosis de éxtasis, es un paso peligroso, una forma intencionada para “salir de la realidad”.

¡Salvemos a nuestros jóvenes!

Un aborto menos, un joven rehabilitado, cero accidente de jóvenes, ni un suicidio más… Ellos son seres humanos, necesitan del amor del prójimo; confianza de sus seres queridos, seguridad en la escuela, protección en la familia y respeto en la sociedad.

San Francisco de Campeche, Campeche. 1 de julio de 2008.

 
 
Texto enviado por su autora. 1 de julio de 2008