Conocer
la historia de nuestro pueblo, revalorar nuestros orígenes,
es rendir tributo a la memoria de un héroe republicano
de gran entereza. Un gran patriota y estadista. Un hombre, cuya
fuerza de voluntad constituye un ejemplo para todos, Juárez,
un mexicano de talla universal.
Un
gobierno en medio de una guerra civil y una intervención
extranjera, fueron factores determinantes para consolidar el
régimen republicano y con ello el futuro de aquel entonces,
nuestro México; años difíciles en la construcción
y para la consolidación del Estado mexicano.
Su
incansable e indomable empeño para que el país
estableciera un gobierno civil, regido constitucionalmente y
fortalecido para preservar su soberanía, construyó
su imagen de republicano, estoico y austero, capaz de enfrentar
la adversidad con la impasibilidad de un verdadero estadista.
Juárez,
fue el hombre que el país en esos momentos cruciales
necesitaba, y hoy en esta conmemoración a su natalicio,
es necesario que esa imagen de héroe de bronce, de mármol,
su esencia la tomemos y la humanicemos, porque él, como
tal, tenía grandes virtudes y grandes pasiones; buen
ciudadano, buen padre y cariñoso esposo, sobre todo eso,
hombre común, que ascendió desde los pueblos marginados
con voluntad y disciplina.
Benito
Pablo Juárez García, indígena, de la raza
zapoteca, natural de una provincia, Guelatao, Oaxaca, vio la
luz el 21 de marzo de 1806, transcurriendo su vida paralelamente
a la nueva nación; fue un espectador atento de acontecimientos
de gran trascendencia, como la Jura del Plan de Iguala, la celebración
del imperio constitucional y su derrumbe, y la declaración
del Estado Libre de Oaxaca.
Juárez
y su generación enfrentaron con heroísmo la más
aguda crisis en la historia del país, una crisis en la
que estaba en juego la Patria misma; libró una batalla
sin tregua en contra del imperio, en defensa del Estado de Derecho
y de la voluntad soberana del pueblo. Para Juárez la
defensa de la Patria y de la Libertad, era un deber imprescindible,
porque representaba la defensa de la propia dignidad humana.
El
México del siglo XXI vive desórdenes políticos
y sociales que exigen tomar el ejemplo de Juárez como
inspiración para retomar el camino, no basta con una
simple conmemoración de su natalicio para expresar ser
Juarista, hay que comulgar con sus ideales y principios; vivir
con apego a las instituciones, a sus leyes y contribuir a mantener
ese Estado laico de su ideario contra los embates de la desigualdad,
la injusticia y la exclusión.
Juárez,
un hombre común como ser humano, un hombre con tesón
y firmeza en la defensa y en la práctica de sus principios
liberales y que trasciende hacia la soberanía nacional
de su gobierno traspasó fronteras, siendo Juárez
prócer para las naciones americanas libres, fue declarado
“Benemérito de las Américas”.
Hoy,
en esta conmemoración por el 205 aniversario de su natalicio,
tributo es a un hombre que hizo Patria, que hizo de su país
una nación que gobierna con leyes, un hombre de una ética
política única; integro, sencillo y humilde, con
el respeto inequívoco a la legalidad, valores que predicó
con el ejemplo y lo convirtieron en el líder que México
necesitaba en los tiempos convulsos de la reforma y el imperio.
Hoy
recordamos a Juárez porque nos es necesario el fuego,
la serenidad y el talento de su pensamiento liberal.
Le
rendimos homenaje porque somos una nación que se reconoce
en su ejemplo, en su grandeza de estadista y de mexicano universal.
Lo
honramos porque es nuestro prócer, porque nos da identidad
y nos hermana a la humanidad entera con su apotegma “entre
los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho
ajeno es la paz”.
“Los
hombres no son nada, los principios lo son todo.” Ha dicho
Juárez
el presidente
Juárez el republicano
Juárez el estadista
Juárez el patriota
Juárez el masón,
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