Si
de pronto leyeras en primera plana, en uno de los diarios de
mayor circulación, el siguiente encabezado: “SECUESTRO
EN LA BIBLIOTECA”, lo primero que pensarías, de
seguro, es que la delincuencia nos ha rebasado y nos alcanza
hasta en cualquier lugar donde estemos; quizás no pasaría
en tu mente ni siquiera de manera remota que se trata de un
programa implementado para el fomento a la lectura.
Bien,
pues para que no nos sorprendan debemos estar más despiertos,
tener una mente más ágil, y pensar que también,
un buen libro, puede secuestrarnos y pedirnos a cambio, más
tiempo y dedicación a su lectura, puesto que sólo
a través de este ejercicio podremos ser cada día
mejores.
La
lectura ha sido, al paso de los años sólo un mecanismo
obligatorio para una evaluación académica, donde
los que leen siempre son los mismos, los maestros y los alumnos;
y solamente en los lugares destinados, escuelas y bibliotecas;
sin embargo, no pasa de lo mismo, utilidad académica,
tenemos que leer para memorizar fechas y nombres para un examen
y una calificación con resultados a veces muy poco favorables.
Esta
lectura inquisitoria, debe terminar, debemos leer para muchas
cosas más; si bien es cierto e innegable que las instituciones
hacen la parte que les toca, según el concepto de educación
más integral y de calidad que elevará la productividad
y mejorará la calidad de vida de los ciudadanos, contribuyendo
al desarrollo y crecimiento de la sociedad, creo conveniente
afirmar que todo esto sería maravillosamente exitoso
si se logrará como consecuencia de un buen hábito
de lectura.
Los
libros, deben ser los mejores amigos del ser humano, ya que
nos guían a través de la poesía, el cuento,
las novelas, o de algún otro género; abren las
puertas que nos conducen a otros mundos, a los lugares más
lejanos, extraños y fascinantes, montados sobre las alas
de nuestra mente y sobre el mar infinito de la imaginación.
El hábito de una buena lectura que apasiona el alma,
que nutre el espíritu de fortaleza filosófica,
y enseña y acrecienta el intelecto humano, será
el arca sobre la montaña, en este diluvio de oscurantismo
y estatismo imaginativo y recreativo del siglo XXI.
El
pasado 2 de abril se celebró el día del libro
infantil en gratitud a la aportación cultural que nos
legara el autor del patito feo y del soldadito de plomo, Hans
Christian Andersen; y este próximo 23 de abril celebraremos
también el día internacional del libro y el derecho
del autor, en memoria de otros dos grandes de la literatura,
Cervantes y Shakespeare. Estas fechas simbólicas para
la literatura universal dedicadas para rendir homenaje mundial
al libro y sus autores, buscan también alentar a todos,
especialmente a niños y jóvenes, a descubrir el
placer de la lectura, estos días deben marcar nuevos
episodios en la vida del hombre.
Hagamos
de la lectura, parte de nuestra vida cotidiana, leamos en todos
los espacios posibles: escuelas, casas, parques, jardines, plazas,
hospitales, banquetas y en todo lugar donde un libro, lejos
de robar un espacio, traiga paz y tranquilidad; contribuyamos
a incentivar a los niños y jóvenes a tomar un
libro; la lectura divierte, se goza, entretiene, abre la mente
y la imaginación. Quien más lea, tendrá
siempre más agudeza mental.
Padres
de familia y profesores, tomemos la antorcha, seamos el faro
hacia el hábito de la lectura.
Por
eso, súmate y lee algunos minutos con tus hermanos, amigos,
vecinos e hijos, celebremos leyendo, este día y todos
los que vendrán.
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