El compromiso de la educación siempre ha sido en la función social, y ante un tiempo globalizador que nos presenta un panorama no muy halagador en lo que respecta a uno de sus ejes fundamentales, como es la lectura, acción que debe revalidarse y reconceptualizarse en el marco de todas las políticas públicas, se debe aceptar como un reto.
El actual mundo cambiante ha generado debates sobre los diferentes puntos de vista de pedagogos, intelectuales y profesionales en materia tecnológica, si cómo o no, debe enseñarse la lectura, cierto, mencionan que nos compete a todos adaptarnos a los tiempos y avances de esta sociedad moderna, ya que nuestro alrededor es una acumulación de vivencias que sin duda propician una mejor capacidad de comunicación generando mayor conocimiento.
La lectura, como punto esencial para despegar hacia un mundo de desarrollo social y económico, hacia la justicia y la equidad, aunque pueda parecer utopía, debe considerarse en el primer orden de la educación del siglo XXI, no es casual que la juventud deserte en la escuela, el ocio ha sido una puerta para tal decisión, los jóvenes en la actualidad tienen mayor libertad, menos compromisos y eso los hace vulnerables en este medio globalizado y mediatizado.
¿Qué pasaría si esos momentos de ocio, se convirtieran en momentos de recreación literaria? La respuesta sería elocuente.
Que si bien el uso de la tecnología permite mayor accesibilidad a la información, no podemos negarla, sin embargo, presenta también una crisis en los trabajos escolares, tanta información no se ha sabido organizar, asimilar y por ende ser objetiva para tal función. ¿Por qué? porque el alumno no lee, solo baja, corta y pega, y los docentes caen en este medio que terminan aceptando el cumplimiento del trabajo.
Generar el hábito de la lectura no puede emplazarse más, es el reto; leer, que si es un libro, qué bueno, qué mejor; si es en un ordenador, adelante, saquémosle provecho a la oportunidad que nos brindan las pantallas, aprendamos a utilizarla de manera efectiva y eficaz.
¿Por qué leer? ¿Dónde leer? ¿Qué leer? Más que respuestas nos conviene reconocer que debemos leer para crecer, avanzar y prosperar como individuos y sociedad.
La lectura nos permite adentrarnos a un mundo de imaginación, reflexión y revaloración, donde estimulamos a nuestro espíritu despojarse de las ataduras materiales del mundo, ser cada día, mejor en las capacidades de análisis y reflexión, forjando un pensamiento crítico.
El gozo, la diversión en la lectura, poco a poco se hará parte de cada uno los que leemos y entonces seremos ávidos lectores en la búsqueda siempre de ser mejores.
El fomento al hábito de la lectura debe darse de manera continua, porque eso es precisamente lo que se desea, que sea cotidiano en el individuo; que si bien existen actividades relacionadas con lo mismo porque forman parte de los trabajos de las Instituciones como es conmemorar el Día Nacional del Libro (12 de noviembre) con programas específicos, se reconoce también, pues fortalecen las acciones que puedan generarse en las casas y en las escuelas.
La lectura nos presenta mundos alternativos en esta cruzada, y uno de ellos es la búsqueda verdadera de ser libres. |