Dicen
que el humor es la mejor fórmula para levantar el ánimo,
éste decae porque tuviste que vivir algún incidente
que tú nunca esperabas o por el simple hecho de tener
una vida tan rutinaria que día a día va consumiendo
esa energía que nos da la vida; en fin, hay momentos
de angustia, de temor, de tristeza y de depresión, ocasionados
por el estrés de la cotidianeidad tan agitada como la
que estamos viviendo; razones, una infinidad, tanto personales
como sociales, etc.
Hay
situaciones críticas que ciertamente, quizás,
no podemos cambiar con nada en cada una de nuestras vidas, sin
embargo, también existen las oportunidades para sobrepasar
esas barreras momentáneas en nuestro vivir.
Cuando la
vida social como la nuestra, que está pasando por situaciones
de gran tensión y sentimos que poco a poco nos va invadiendo,
buscamos posibles maneras para sobrellevarlos, porque desgraciadamente
no está en nuestras manos solucionarlos y buscamos una
salida a través del esparcimiento y la recreación.
No
quiero dar a entender que sea un escape a la realidad, no,
sencillamente considerar que el contraveneno de una mala situación
es aplicarle lo rescatablemente bueno de la sociedad misma;
un sano esparcimiento, donde el humor esté presente,
te diviertes y te ríes, y eso, es precisamente lo que
buscamos, la risa como un medio para reactivar nuestras energías
más positivas, y creo que cada individuo que lo ha experimentado
me sabrá comprender.
No
soy un profesional en la materia, pero los que investigan al
respecto nos dicen que reírnos beneficia indudablemente
la salud; reírse reduce el estrés, mejora el
ritmo cardiaco, potencia nuestro estado de alerta, entre algunos
que podemos mencionar, es decir, son tantos los beneficios que
deberíamos conocer. Entonces, a buscar de nueva cuenta
el humor y todos a reír y ser felices.
Pero,
¿quién nos hace reír?, ¿quién
nos ha hecho reír?
Hoy,
quiero significar a uno de esos grandes personajes de la comedia,
que durante mi niñez conocí a través de
la televisión; ojalá hubiera sido en persona, y que nunca
dejaron de fascinarme sus locuras, que hasta un sombrero
como el que usaba quería yo tener: DON GASPAR HENAINE
“CAPULINA”, un comediante que no necesitó
de lo que en la actualidad llaman humor negro, que nunca necesitó
preguntarle a su público si su actuación debía
de ser blanco o rojo, que no necesitó de palabras altisonantes
para hacer reír a su auditorio, manteniéndose
por siempre sobre esa línea, y por eso es “Ssipirilí”,
“el rey del humorismo blanco” ; como él
mismo decía: “yo ero un hero-e”,
y así se fue, como un verdadero héroe de la comedia
infantil y para todo el público.
Porque
esa siempre fue la esencia de su misión, divertir.
Capulina
era contagioso y este día, seguro, seguirá contagiando
de humor; acompañémosle en su viaje espiritual
con la risa, démonos una oportunidad de ver algunas de
sus películas el día de hoy, como una manera de
reconocer su gran trayectoria en la vida, dándonos grandes
momentos de alegría. No podemos despedirlo como en aquel
viejo relato hindú, cuando uno de tres santos reidores
muere, con fuegos pirotécnicos, pero sin duda, sí
con un enorme respeto a lo que fue y es, uno de los mejores comediantes
de México.
¿Algún
día tendremos otro “Capulina”?
“No
lo sé… puede ser… a lo mejor… Tal
vez… ¡quién sabe!”.
Siempre
tendremos al mismo.
Descanse
en paz, Don Gaspar Henaine "Capulina".
Calkiní,
Campeche, 1 de octubre del 2011. |