Según
nota enviada por el Prof. Aristarco Uc Sánchez al
periódico “El Imparcial de Campeche. Voz
y expresión de la vida campechana”, cita el
artículo “Bécal. Las primeras matas
de jipi”, en su emisión del 12 de
marzo de 1979, que el presbítero Ignacio Berzunza
(de Calkiní) pasó al Petén Itzá de
Guatemala en 1859; observando en esos lares una clase de
huano, que fue traída hasta este rincón de
la Península de Yucatán; tales mazos de paja
motivaron el interés de Don Juan García Fernández
para traer algunas plantas.
Casi
a finales del año 1800, los hermanos Sixto y Pedro
García fueron informados de la existencia de esas
plantaciones, y decidieron emprender un viaje a Guatemala,
hasta llegar a las márgenes del río San Luis;
los viajes eran muy largos… hasta que decidieron plantar
las matas de jipi en la hacienda henequera de Santa Cruz
(en el municipio de Calkiní), esa finca propiedad
de Don Sixto García controló durante muchos
años la producción y distribución de
las palmas del jipi.
Refiere
la “Monografía de Bécal” (Rolando
Pérez Rosado, 1993) que en el año de 1872,
el señor Tino Chí logró tejer el primer
sombrero de jipi; a partir de ese hecho, Don Sixto García
ordenó al Sr. Chí “de ahora en adelante
te convertirás en el primer maestro de tejido de sombreros
de jipi”. |
A
principios del siglo XX, la manufactura de sombreros se
convirtió en la principal actividad de los habitantes;
fueron años de bonanza para la industria sombrerera;
fue tal el impacto económico que familias enteras se
dedicaron al tejido. Los sombreros becaleños empezaron
a incursionar en las tiendas de Mérida, Veracruz, México
y Campeche; cada vez más gente comercializaba
y expandía las ventas; las manos artesanas no descansaban;
eran muchas horas del día, las que pasaban en las cuevas
húmedas, conviviendo y trabajando, porque del tejido
de sombreros saldría el “diario” para comer
y vestir.
Era
tal el auge, que los maestros de la Escuela Primaria
Federal número 1 invitaron a un grupo de maestros
tejedores –Valentín Uc, Andrés Uc Dzul,
Eulalio Ordóñez y María Asunción
Dzul - para organizar y promover, en ferias artesanales, los
sombreros de jipi. Gustó la idea a Don Carlos
Rivas Vargas –funcionario de la Procuraduría
de Asuntos Indígenas, que en 1939 se realizó la
Primera Exposición Regional, Industrial, Agrícola
y Feria del Jipi en el pueblo. A partir de ese año,
hasta 1947, se organizaron ininterrumpidamente; era la ocasión
de ofrecer a visitantes y turistas, sombreros de varios modelos,
tamaños y calidades; tiempo para exhibir la manufactura
de un objeto peculiar de la población.
La
consolidación de la artesanía en más
familias y su reconocimiento como actividad económica
primaria, motivó la creación de Sociedades
Cooperativas; más adelante tuvieron serios problemas
en la administración de las aportaciones de los socios
y aquellas instancias de producción se decretaron en “quiebra”;
sin embargo, las manos de los tejedores no pararon, siguieron
trabajando; al fin y al cabo, era lo que se sabía
hacer en la población.
Los
sombreros representan al pueblo; su significado
cultural está simbolizado en la “Fuente de los
sombreros”, en el centro de la Plaza del Progreso (inaugurada
en 1968), muestra digna de la creatividad de las manos becaleñas;
una forma de representar la creación de las familias
que han entregado su vida entera, al tejido de los sombreros.
Hoy
por hoy, el jipi sigue motivando la inspiración
de las mujeres y los hombres; pueblo y sociedad han convertido
los sombreros de jipi y palma en el ícono de una cultura
y la artesanía popular de la comunidad. Déjese
conquistar por la belleza arquitectónica de su iglesia
católica, la blancura de la fuente de los sombreros
y las curiosidades hechas a mano con hilos finos de la palma
de jipi.
En
este milenio, sigue viva la celebración anual
de la “Feria de la Flor del Jipi”; es ya una tradición,
orgullo de quienes nacimos en ese pedacito del Camino Real.
San
Francisco de Campeche, Cam. 28 de abril de 2008. |