La
poesía es un refugio. Es el cordón que nos ata a
la fantasía. Es un universo abierto a todas las sensaciones.
Por eso hay hombres y mujeres que hacen de su innumerable y mínimo
oficio de poeta una ocupación incesante. Tal vez se trate
de una generación de gentes diferentes, descubridoras de
ciertas lejanías pero cercanas a todas las historias. Ser
poeta es divisarse en los espejos, renacer en cada melodía,
intentar adivinar los sonidos de la tarde. Francisco Ruiz Noguera
tal vez pertenece a esta raza de soñadores irreconciliables,
de habitantes de las nubes transparentes. Por eso ahora en una
colección que parece denominarse "Así concebí
mi obra" aparecen un puñado de sus versos bajo el
sencillo título de "Equipaje" y editados por
por el Ateneo de Málaga, geografía de poetas, inspiración
y futuros. En los escasos poemas de este precioso volumen Ruiz
Noguera aglutina vehemencias y reflexiones, trozos de amor y datos
de la experiencia. Por ejemplo, enseguida dice: que hay "un
pie de añoranzas/ para volver la esquina/ exacta del pasado"
con casi dos versos en cursiva para rememorar los de otro buen
poeta, Francisco Peraltó, igual que
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sucede con otros poemas que traen recuerdos de inquietantes autores.
"Miro
cada detalle de este espacio: -dice luego-/ el granado cercado
por zarzales,/ el lugar donde el pozo/ no es más que una
maraña/ de juncos y de espinos,/ la maleza que oculta la
vereda/, los muros derruidos de la casa". La de Francisco
Ruiz Noguera es una poesía de la indagación, interrogante
vivo de un ayer y un asombro, como cuando habla de "Esa línea
espiral de los recuerdos" o afirma que "la raíz
se nutre/ de un equipaje doble/ trenzado fuertemente/ con alas
y cadenas". Alrededor de la vida sucede la consciencia. El
poeta lo sabe y dibuja los senderos, construye su equipaje particular,
exactamente como lo hace en el poema que da título al librito:
"Y toma la sorpresa/ de rastrear los pasos de la vida:/ el
rumor de la lluvia,/ el miedo de lo oscuro". Definitivas
las insinuaciones de "Estatua de sal": "Último
de febrero:/ tal vez hoy sólo puedas/ mirar desde las sombras".
Estábamos abriendo todas las ventanas, éramos habitantes
de "la esquina/ exacta del pasado".
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