Uno de los temas que más apasiona a los investigadores nacionales y extranjeros es la vida de Carlota de Bélgica. Año con año, se editan libros que aportan nuevos datos sobre la vida de la infortunada emperatriz de México. En años recientes se han publicado verdaderas joyas literarias sobre la vida de esta princesa belga: Noticias del Imperio de Fernando del Paso, Carlota el esplendor de los cetros de Martha Robles y La emperatriz del adiós de Miguel de Grecia. El tema parece inagotable.
Carlota María Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina, princesa de Bélgica y de Orleáns, duquesa de Sajonia Coburgo Ghota y con el transcurrir del tiempo archiduquesa de Austria y emperatriz de México, nació el 7 de junio de 1840 en el palacio de Laecken. Su padre Leopoldo I George Cristián Federico, duque de Sajonia Coburgo Saalfeld, había sido elegido rey de Bélgica el 4 de junio de 1831. Su madre Luisa María Teresa Carolina Isabel, princesa de Orleáns, era hija del rey de Francia Luis Felipe I (r. 1830-1848) y de María Amelia de Borbón Sicilia.
Carlota estaba emparentada con casi todas las testas coronadas europeas. La reina Victoria I de Inglaterra era su prima, ya que su padre y la madre de la reina inglesa, Victoria María Luisa duquesa de Kent, eran hermanos.
Entres sus ascendientes, por parte de su padre, se encontraban los Reyes Católicos Fernando e Isabel, Alfonso X el Sabio, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Austria y los duques de Borgoña Carlos el Temerario y Felipe el Atrevido. Por parte de su madre se contaban los reyes franceses Luis Felipe I de Orleáns (su abuelo), el Rey Sol Luis XIV, Enrique IV de Navarra primer rey Borbón, Luis IX (San Luis) y Hugo Capeto, el iniciador de la dinastía reinante en Francia y de la cual su abuelo fue el último gobernante. De igual manera podía presumir de ser descendiente directa de los duques normandos Rolón el Caminante, Roberto el Diablo y Guillermo el Bastardo; este último sería coronado rey de Inglaterra con el nombre de Guillermo I el Conquistador (r. 1066-1086).
Todo parecía transcurrir como en un cuento de hadas y nada presagiaba oscuras nubes en el horizonte; pero las desgracias empezaron a suceder: Su abuelo el rey Luis Felipe de Francia es destronado por una revuelta popular en 1848; su madre falleció el 11 de octubre de 1850 cuando Carlota contaba con diez años de edad.
Para Leopoldo I debió haber sido un golpe muy duro, ya que había vivido una situación similar cuando falleció su primera esposa Carlota Augusta, hija del rey inglés Jorge IV (r. 1820-1830), y heredera al trono de la Gran Bretaña, el 6 de noviembre de 1817.
Asimismo, el 16 de mayo de 1834, falleció el príncipe y heredero al trono de Bélgica Luis felipe Leopoldo Víctor Ernesto, a los diez meses de edad, en el castillo de Laecken.
Desde muy temprana edad, Carlota desempeña las funciones reales correspondientes a su difunta madre. Pronto se convierte en una hermosa princesa, la cual es pretendida por el rey Pedro V de Portugal. El príncipe Jorge de Sajonia, primo de Carlota, también piensa en desposarse con ella, pero es rechazado. Eros aún no había tocado su corazón.
El año de 1856 el archiduque Maximiliano, hermano de Francisco José Carlos emperador de Austria y rey de Hungría y Bohemia, llega a Bruselas y se encuentra con Carlota.
Fernando Maximiliano José María de Habsburgo y Lorena, príncipe imperial y archiduque nació en el castillo de Schonbrunn, Viena, el 6 de julio de 1832. Su padre fue el arquiduque Francisco Carlos José, heredero al trono de la casa de Austria, el cual renunció el 2 de diciembre de 1848 a favor de su hijo Francisco José Carlos, hermano mayor de Maximiliano. Su madre fue Federica Sofía Dorotea Wilhelmine, princesa de Bavaria.
Maximiliano pertenecía a una de las dinastías reinantes más antiguas de Europa, ya que era descendiente de Rodolfo de Habsburgo, quien fue el primero de esta casa real que ocupó el trono del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Rodolfo I (r. 1273-1291).
Otros ascendientes de Maximiliano fueron María Teresa de Austria, Carlos V. de Alemania y I de España, el monarca que más cerca estuvo de hacer realidad la divisa de la Casa de Austria: "Autria Est Imperare Orbi Universo".2 (Todo el mundo está sujeto al mandato de Austria). Además era primo hermano, o hijo según rumores que corrieron por esos años, del rey de Roma y duque de Reichstadt Napoleón II.
Ese era el joven que el año de 1856 recorría las cortes europeas en busca del mejor partido para desposarse.
El flechazo fue instantáneo y Carlota quedó prendida del joven Max.
Tal vez Carlota haya oído hablar de la "maldición de los Habsburgo", ese rumor que recorría Europa y que narraba la historia de una maldición que caía sobre los miembros de esta familia y que tuvo su origen por el año 950 d. C., en la actual provincia de Aargau en Suiza, en el castillo de los Halcones (de donde proviene el nombre de Habsburgo). Según la tradición, algún antepasado de Maximiliano había seducido a una aldeana y después se negó a desposarse con ella; ésta, herida en su orgullo, lanzó una maldición para todos los descendientes de su seductor.
La boda se llevó a efecto en el palacio de Bruselas, el 27 de julio de 1857.
Ella se casaba por amor; él, por interés.
Carlota acompañaría a su real marido a la región de Lombardía-Venecia, de la cual había sido nombrado Gobernador General el 28 de febrero; ahí Maximiliano pondría en práctica para lo que habían nacido los Habsburgo: gobernar en beneficio de su pueblo.
Por el momento todo era dicha y felicidad y nada parecía presagiar, como acertadamente escribiría Martha Robles, que éstos serían "Los esponsales del infortunio".
Carlota y Maximiliano hubiesen pasado una vida tranquila y apacible en el castillo de Miramar, cerca de Trieste en el mar Adriático, de no ser porque hacia finales del año de 1861 fueron tentados por los emigrados mexicanos conservadores José María Gutiérrez de Estrada, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Juan Nepomuceno Almonte, que se encontraban en Europa en busca de un príncipe católico con el objeto de ofrecerle la corona imperial mexicana.
La que con mayor entusiasmo acogió esta empresa fue Carlota.
Así, el 10 de abril de 1864, en el castillo de Miramar recibió a los comisionados mexicanos José María Gutiérrez de Estrada, Joaquín Velázquez de León, Ignacio Aguilar y Marocho, Adrián Woll, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar, Antonio Escandón, José M. de Landa y Ángel Iglesias y aceptó la corona del Imperio Mexicano.
El 14 de abril zarparon de Miramar en la fragata "Novara" con rumbo a México.
El 28 de mayo de 1864 llegaron al puerto de Veracruz, donde tuvieron su primera decepción ya que se les dio un frío recibimiento. Llegaron a la ciudad de Puebla el 5 de junio y permanecieron en ella tres días. Ahí, la emperatriz Carlota celebró, el 7 de junio, su cumpleaños número veinticuatro. Hicieron su arribo a la ciudad de México el 12 de junio y ahí las cosas fueron diferentes. Los arcos triunfales y alegre bienvenida disiparon de sus mentes cualquier duda de que "el pueblo" mexicano los había solicitado para ser sus emperadores y redimirlos de su precaria condición.
Cuando Maximiliano se ausentaba de la ciudad de México, Carlota se hacía cargo del gobierno con el título de Regente del Imperio.
Hacia finales del año de 1865 los soberanos mexicanos había planeado realizar una gira por la península de Yucatán; pero surgieron complicaciones y Maximiliano tuvo que permanecer en la capital del país, por lo que Carlota realizó sola el viaje al sureste mexicano.
La emperatriz sale de la ciudad de México el 6 de noviembre, trasladándose a Veracruz. De este puerto zarpará el 20 de noviembre de 1865, en el vapor "Tabasco", con rumbo a Yucatán. El 22 de noviembre llega al puerto de Sisal. Carlota pasó la noche en el poblado de Hunucmá y al día siguiente, 23 de noviembre, hizo su entrada a la ciudad de Mérida.
"Cuando llegó la carroza que ocupaba la Soberana, la multitud prorrumpió en aclamaciones delirantes y se dice que, en el colmo del entusiasmo, varios jóvenes imperialistas desengancharon los caballos del coche y tiraron de él a través de las calles de la ciudad, engalanadas con cortinas, colgaduras y arcos triunfales".3
El 5 de diciembre abandonó la ciudad de Mérida, dirigiéndose a Ticul y Muna con el objeto de visitar las ruinas de Uxmal.
Del diario de viaje de Carlota se tiene el siguiente relato: “El sábado 9, a las cuatro de la mañana viajamos a Bécal donde me recibió una música verdaderamente típica, se trataba de un tambor y un carapazón de tortuga al que golpeaban con cuernos de ciervo. En Bécal se presentó el prefecto de ‘Maxacann’, un funcionario inteligente, ya que aquel pueblo forma parte de su distrito. Nos hospedamos en casa del anciano párroco Hurtado de Mendoza, un español de Málaga, quien llegó en 1808 con un obispo de la época, tiene ahora 83 años. Le pregunté por el Príncipe de la Paz (Manuel Godoy) porque él conoció a su hermano, así como a un tío de la señora Pacheco. Es sorprendente cómo se parece a la Gran Maman. Su espíritu es igualmente vivo, a veces camina sin bastón, pero no ve muy bien. En la noche, porque siempre dividimos los viajes entre uno matutino y uno por la noche, y por habérmelo rogado los vecinos de Halachó, caminé a través de dicho pueblo donde fui recibida con entusiasmo, con poemas, cohetes e iluminación. Esta comunidad pertenece también a Maxacann. En todas partes gritaban ‘Viva el Emperador’, ‘Viva la Emperatriz’, pero también, ‘Viva el rey Leopoldo’, ‘Viva su augusta hija’, ‘Viva nuestra simpática Emperatriz’.
Después de un fuerte aguacero llegamos a Calkirí (n), pueblo que ya pertenece al Departamento de Campeche. También allí reinaba gran entusiasmo y encontré a la Arrigunaga, más bella que nunca, peinada a la griega acompañada de su hermana Jacinta (hijas ambas de Gutiérrez de Estrada, que era campechano). El día 10 por la mañana apareció toda la juventud ecuestre de Mérida que a través de la boca de Alonso Regil, hermano de Pedro, ex-miembro del censurado Ayuntamiento, pronunció un discurso tan conmovedor que casi lloré. A continuación todos se despidieron, a excepción de algunos que subrepticiamente nos acompañaron hasta Campeche, distinguiéndose allí por su entusiasmo hasta que finalmente aparecieron por última vez en bloque, formando una comisión para felicitarme por el cumpleaños del cher Papa. En Calkirí, la población fue sumamente amable y a medida en que nos acercábamos a Campeche el griterío parecía aumentar. Pero se iba perdiendo la pureza de los trajes y ya no nos encontrábamos en el terreno feudal del Yucatán tradicional”.4
Sobre el paso de la emperatriz Carlota por Calkiní el Sr. Manuel Herrera Pech escribió: “Se alojó en la casa del padre Pérez, hoy propiedad del Sr. Gonzalo Baeza y Sra. Ernestina Medrano de Baeza, en donde escuchó misa al día siguiente.
Al escuchar el sonido de la campana principal de la iglesia, pidió una explicación de la sonoridad y manifestó el deseo de llevársela. (La campana tiene un sonido muy hermoso, por la liga de oro en su construcción).
Al día siguiente, partió rumbo a la ciudad de Campeche a su paso por Dzitbalché, saludó a las autoridades y a las personas que la esperaban”.5
Después de pasar por Hecelchakán y Tenabo llegó a la ciudad y puerto de Campeche el 11 de diciembre de 1865.
“La concurrencia era numerosísima y en ellas se veían representadas todas las clases sociales, atraídos, unos por afecciones políticas y la mayor parte por curiosidad. Era tal la aglomeración de gente, que se hacía difícil el tránsito. En el barrio de San Francisco, un grupo de imperialistas exaltados, quitó los frisones* a la carretela que conducía a la Emperatriz, substituyéndolos personalmente, y tirando del carruaje, los condujo hasta llegar a la antigua puerta de Guadalupe,…”.6
En Campeche la augusta emperatriz permaneció seis días.
El 16 de diciembre abandona Campeche para dirigirse a la Isla del Carmen, donde llega el 17.
En Ciudad del Carmen permaneció dos días. El 20 se despide del Carmen y de la península de Yucatán. Embarca rumbo a Veracruz y posteriormente emprende viaje a la ciudad de México, a donde llega el 30 de diciembre de 1865.
Mal andaban las cosas para la pareja imperial, ya que Napoleón III, en carta fechada en París el 15 de enero de 1866, comunicaba a Maximiliano el retiro de las tropas francesas. Maximiliano piensa en renunciar, pero Carlota se opone resueltamente. Entonces decide ir personalmente a Europa para entrevistarse con Napoleón III.
El 8 de julio de 1866 sale de la ciudad de México. El 13 se embarca en Veracruz en el “Emperatriz Eugenia” con rumbo a Europa.
Llega a Francia el 9 de agosto y el 10 realiza su entrada a París, hospedándose en el Grand Hotel. Ese mismo día recibe la visita de la emperatriz Eugenia de Montijo para platicar con ella y comunicarle que Napoleón III no la podía recibir por encontrarse enfermo. Carlota exige ver al emperador y logra su propósito.
El 11 de agosto se entrevistan en Saint Cloud y Carlota exige a Napoleón III cumplir sus compromisos, pero éste elude su responsabilidad y no promete nada a Carlota. El 13 tienen otra entrevista en la que no se llega a ningún acuerdo. El 19 de agosto Napoleón III visita a Carlota en el Grand Hotel. Sería la última entrevista. Carlota parte de París el 23 de agosto con rumbo a Miramar.
El 18 de septiembre parte de Miramar con rumbo a la ciudad de Roma.
El 27 de septiembre es recibida por su Santidad Pío IX (1846-1878). Al visitar al Sumo Pontífice se le declararon los síntomas de su locura.
Desde Roma dirige su última misiva a Maximiliano:
”Roma, 1 de octubre de 1866.
Tesoro entrañablemente amado:
Me despido de ti, Dios me llama. Te doy gracias por la felicidad que siempre me has dado. Que Dios te bendiga y que te haga ganar la gloria eterna. Tu fiel Carlota”.7
La fidelidad de Carlota hacia Maximiliano ha sido puesta en duda por varios autores. Existen versiones, aún no totalmente comprobadas, que involucran a Carlota con el coronel Miguel López, quien fuera comandante del Regimiento de dragones de la emperatriz; con el coronel Feliciano Rodríguez, caballerizo del emperador o con el teniente coronel Alfred Van Der Smissen, quien fuera el comandante de la legión de Bélgica en México.
Según algunos historiadores, el hijo de Carlota nació el 12 de enero de 1867 e inmediatamente fue dado en adopción a un notario belga llamado Francois Joseph Weygand. Al niño se le puso el nombre de Máximo Weygand (1867–1965).
Máximo estudia en un instituto militar en Francia y con el transcurrir del tiempo, durante la Primera Guerra Mundial (1914–1919), llegó a ser Jefe del Estado Mayor francés (1914–1923), dirigido por el mariscal Fernando Foch (1851–1929).
Mientras tanto, Carlota permanece en Roma. El 8 de octubre de 1866 llega a la Ciudad Eterna su hermano Felipe (Philippe Eugene Ferdinand Marie Clement Baudouin Leopold Georges 1837-1905, Conde de Flandes). Éste la lleva a Miramar, posteriormente sería trasladada a Bélgica.
Carlota se enteró de la muerte de Maximiliano el 14 de enero de 1868, ya que el cadáver del emperador llegaría a Viena, Austria, el 15
Carlota vivió 87 años. Falleció el 19 de enero de 1927. Sus restos mortales descansan en la capilla de Laecken, junto a la tumba de su madre, la reina Luisa María de Orleáns.
NOTA: En los documentos transcritos se ha respetado la ortografía original.
* Caballos oriundos de Frisa. |