El
capricho de las nubes
traslada una gota al umbral del ocaso
Se extravía en la sedienta brisa
abismándose en lo etéreo
donde el instante no es más que un pájaro
sin trino
Al
tocar con descuido el jardín del cielo
se desprendió un ángel con el flanco herido
que exilió sus desventuras
Ser
ángel no es más que un castigo
quetzal que desgarra su sombra en cautiverio
Es poseer todo y todo
blanco y blanco
gloria y gloria
dualidad que reta la impaciencia
en el contraste de su abismo
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