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Literatura
   
Elmer Cocom Noh

CONJURO DE ALAS

 

1996

 

 

CONCILIÁBULO DEL RELOJ

...Y me quedé mirando fijamente

la minúscula, corpórea presencia del tiempo        

que colgaba de la pared de mis insomnios.                                        

ELMER COCOM NOH

 

1

EL RELOJ.
Antes de adoptar la forma circular del tiempo
fue estatua anónima, acomplejada, con claustrofobia,
Incapaz de mirarse en los espejos quebrados de la noche.
Solo, siempre solo y sus libros que lo acompañaron
en su soledad temprana,
y una cruz que su corazón empuñó para defenderse
de ángeles lunáticos
que a veces le rondaban el sueño.
Colibrí perseguido por su misma sombra, flecha;
sueño construido con piedras apócrifas, mano solitaria.
Pero antes, aquella boca que mordió la manzana
en complicidad con Eva y la Serpiente.

 

2

En una mesa de redondo metal
el reloj hubo convocado a sus apóstoles,
apóstoles del tiempo, de Agosto y sus pájaros de agua.
A la ronda juegan como los duendes de la luna.
Emulan a los zopilotes y a la rueda del samsara.
Una vuelta y suben a la torre alta del medio día
a tocar campanas y espantar palomas;
otra, y bajan a la cueva nocturna
a tejer su doctrina de iguanas y alacranes.
Cada vuelta, mueren demonios de luminosa forma;
cada vuelta, nacen ángeles de profundos hormigueros.

Doce son los apóstoles, doce las estaciones del sueño.

 

3

Cada apóstol fue señalado por las flechas del tiempo
y ungido por el agua de sus puntas.
Fue selecto para curar llagadas memorias
y predicar su evangelio a las estatuas.

 

4

Duermen -ahora- los apóstoles.
No todos,
pues alguien tiene que cuidar
el corazón del tiempo.
Nuestros sueños caminan en el remanso
de su tic tac bruñido por la paz etérea.

Uno es el vigía, los más
se untan en los labios polvo de luna
y le aúllan a las ovejas de la soledad
dispersas en esta página marchita.
No estoy solo, soñando.

5

Estos son los apóstoles, pero no sus palabras;
éste, mi reloj y no las hormigas
que transportan nuestra amada muerte:
hoja tras hoja desbaratan las fronteras de mi voz.

Estos son los apóstoles en pleno conciliábulo.
Deliberan cómo dejar sin estrellas la noche:
juegan con nuestros miedos
como que juega a los dados.

6

Salutación oscura fuimos a media latitud onírica,
iridiscente relámpago abierto a una visión
de huracanes y otras tempestades,
mortal querella que fluye y refluye como un río
de sonámbulas aguas y peces mutilados
donde decir "luz" es sacrilegio y amanecer
con las palabras en los bolsillos, milagro.

Fuimos nuestra mano frente al musgo y la lluvia:
reconocimos en la piedra la quietud del alma,
la dureza que a veces falta
para golpear nuestro abandono
o renunciar a la vanidad de los espejos.
Somos nuestra mano.
Ella en su barro sensible nos posee, nos recuerda:
"Polvo somos,  polvo seremos"

 

7

Concurrente,
concluyente rito: salutación apostólica.
Abandonamos nuestro reloj,
álamo mítico, según las escrituras.

 

LETANÍA DE ALAS

1

No eres nadie
para aplastar mi silencio con tus alas
ni para tatuar tu verde
en el aire que respiro
No serás quien venga
a cerrar la palma de la noche
vivo bajo los latidos de su luna
No serás quien vea como agosto
se aleja con su cántaro
en esta hora oscura donde yo-árbol
rastreo agua
mientras el tiempo en su devenir de piedra
muele hojas ojos palabras
al yo delirante

 

2

Era azul el principio de la mañana
cuando el viento
en letanía de alas
encontró mi rostro
A mí has llegado
con la muerte entre las pezuñas
Que fétida carne rastreas
Aquí solo hay huesos
para el astro que se abre en abanico
Regresa mosca
al recinto de donde vienes
regresa
con tus muertos

 

3

Todo fue como al principio
muerte y desolación
luego como Lázaro
desperté mientras la luz
decapitaba sombras
Era el sueño un mito
aquella mano que estreché a tientas
era la calle donde tú
criatura de memora verdecida
extraviaste tus alas   
y la luna ensayó su redondez

Todo fue como al principio
Nada

 

4

"Escucha como crece la lluvia sobre la tierra"
como crece el silbo del nocturno viento
como resbala mi voz en el cristal de la ventana
Escucha esta oración que aprendí de antiguos libros
este batir de alas presente ante mis ojos
escucha como crece
como abarca la mitad del sueño

 

5

Tus ojos mosca
grandes
como si por ellos entrara el mundo
como si por ellos pudiera el tiempo
ver crecer a sus pequeños hijos

Tus ojos
réplica de la noche
copiaron la lenta forma del silencio

 

6

Siete moscas
rasgaron el azul del cielo
Siete moscas descendieron
una para cada llaga
de mi pensamiento.

 

7

A quién esperan  los árboles  del patio
al caer la tarde
sino a los pájaros,
nunca a ustedes odiadas moscas
que todo pudren a su paso

 

8

Los pájaros sin saberlo
son frutos dormidos de la ceiba
Las moscas frutas podridas
que verdean los cementerios.

 

9

Ellas
un día en el patio de mi casa
contrario a sus principios
fueron atraídas
por la olorosa sombra del naranjo
contrario a su vuelo
aquella  vez
volaron cerca de la Vida

 

10

Desde la punta redonda de su canto
ayer soñó con árboles la pájara luna
y se llenó de raíces
hoy en moscas y se cubrió de muerte
de esa muerte alada y diminuta
que nos mira fijamente a los ojos
y que maldecimos con palabras muertas

En el plato vacío del medio día
queda sólo un rumor de insectos
Maldita la hora cuando se llenó nuestra casa
de esa ruidosa muerte
ahora aplastada y reunida
en el cementerio improvisado de un basurero
Maldito el día que nos soñó la luna
y aquí estamos cumpliendo
con su luz alada
con su luz aliada de las moscas

 

11

Aquí estuviste mosca
madurando la noche
pudriendo mis palabras

 

12

De raíces firmes y profunda es la palabra árbol
palabra cuya pronunciación en boca de la lluvia
puede hacer que los cadáveres retoñen
crezcan den frutos den vida
Un árbol es el más tierno deseo
parado en mi camino
nunca el asedio de tu alas mosca
A veces    botella
donde vibran pájaros ardientes
A veces el azahar
de unas cuantas palabras dichas en primavera
A veces el azar de unas pocas golondrinas
en el pozo de mi desventura
Hoy nada más polvo para mi débil memoria
ceniza para lavar conciencias de insecto
para alabar este canto de moscas
en la amnesia de este mundo milenario

 

13

En medio de la carretera
una iguana se detiene
voltea nos mira continúa su travesía
nosotros seguimos soñando
Una mosca pretende imitarla
detiene su vuelo a media tarde
pero cae sin fortuna
al asfalto umbrío de tus ojos
que escarban los secretos del aire
Mas tarde leemos el vientre del reptil
y averiguamos que su edad es la nuestra
y nos quedamos en silencio, meditando en el ayer
como si el presente sólo fuera una alucinación
un remolino que se traga nuestros sueños
Esta noche no soñamos bebemos insomnio
para calmar la sed de nuestra soledad genérica

Otro noche leemos las alas de las moscas e intuimos
la altura de nuestras emociones muertas
en plena juventud nocturna
Frente a frente
mosca y espejo se reconocen
nosotros
con esta astilla de muerte

 

14

Estuvo lloviendo mientras dormíamos
Cayó un relámpago
y calcinó las moscas de los sueños malos
Pero quedan miles de ellas
las moscas de agua las moscas de tierra
las moscas de aire las moscas de fuego
Juntas tapizan los cuatro puntos cardinales
de la sala de la cocina
Desde cuando comparten nuestra casa
el breve espacio del poema
No sé cómo vamos a librarnos
de este deseo multiplicado
Aquí están las moscas en acecho
esperan que abandonemos el cuerpo de la escritura

No piensan devorarla
buscan tan sólo un espacio
para desovar su indiferencia
a la multitud de ojos
que la contemplan con asco
Después de todo,
nuestro cuerpo sucumbe
a su verde presencia.

 

15

Shhhhhh!
Dejad que el libro duerma en paz
resguarde esta letanía de alas
este réquiem por el tiempo muerto
en nuestras manos
estos huevecillos del poema
Que nadie en este siglo
ni en otro nunca
devore a pesar del hambre
estas líneas de su libertad alada.

 

LA MOSCA
                                                                

A Horado Quiroga, por su cuento "Las moscas réplica del hombre muerto".

La mosca, espejo de podredumbre.
No te mires en ella, se llenará tu boca
de fétidos colores. No intentes quebrarla,
puede salarse tu suerte como la carne que preparas.
Suerte perra, vagabunda, babeante, hambrienta...
Nunca cerca de su amo ni puntual
como los gusanos ante nuestra muerte.
Ocúltala si es preciso cuando llueva o con un paño
cúbrela para que no atraiga rayos
ni otras formas de luz iracunda, detonante, explosiva,
extiniebla, exceniza, expalabra.
Evita mirarte en ella cuando amanezca rota
pues multiplicaría tus dudas, tus deseos oscuros
que transpira cada centímetro de tu cuerpo
o fragmentaría la señal que tanto buscas en tu rostro
para reconocerte, para darle crédito a tus palabras.
Si esto sucediera, no arrojes los pedazos a la calle,
entiérralos en el patio, al fondo de la memoria
donde las caninas sombras cumplen con borrar
cualquier indicio de vida, toda soledad esquelética.
Esto es lo que escribe la mosca al final del día,
cuando han levantado de la mesa el desayuno
y han dispuesto otros alimentos, otro paraíso
incapaz de mirar el hombre en su barbarie.

*************************************
Cuando quieras caminar junto a la muerte,
ponte los zapatos de lo mosca. Es lo más cercano
hasta para hacerlo con los zombies
que deambulan felices por el mundo.
Estos zapatos pueden lustrarse con un poco de aire
y amanecer en los aparadores, dispuestos
a sostener el peso de cualquier hombre.


*************************************
.
Si tan sólo llovieran moscas la luna sería diferente.
Pero esta lluvia de alas
apenas alcanza para abanicar mi voz
ya débil, casi carbón, casi ceniza.

 

DOMINGO CON ALAS

Domingo transcurre caluroso, estéril
igual que ayer o el resto de la semana.
Nadie reclama los restos de la noche:
calcinados pájaros se mudan a ceniza
bajo el conjuro de una mano transparente.

Alguien para ocultar su identidad
se arrancó las alas, incómoda etiqueta.
De hojas no, de alas cubrí tu desnudez
amada sombra. De alas no, de un ala
amanecí enamorado de la vida.

¡A la torre silencio!  Sube a la torre
y sálvate (sálvame) del naufragio.
Alazul: cielo.          Alas blancas: nubes.
Ambas me abanican en la inmensidad
del insomnio.

¡Qué asfixiante soledad!
A las cinco se abre la noche como abanico,
a las cinco verás un papalote: mi pensamiento.
A las cinco anclará nuevamente el polvo
sobre libros y almas embodegadas.
A las cinco levantarán su campamento las hormigas,
a las cinco izaré  tu rostro
en el mástil de la tarde.


Alas y más alas le dan altura
a la somnolencia del domingo.
Cantemos pues "domingo con alas"
bajo las alas del domingo,
bajo los álamos del domingo.

 

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Fuente: COCOM NOH, Elmer. Conjuro de alas. Ed. Nave de Papel, Bacalar, Q.Roo, 1996.