PROEMIO*
El
presente documento, que por primera vez se publica traducido
al español, gracias al interés del Dr. Alberto
Trueba Urbina, Gobernador Constitucional del Estado, en
hacer accesibles fuentes de la historia de Campeche que
de otro modo permanecerían fuera del alcance del
público, sea por su rareza o porque están
escritos en otras lenguas que el español, es un prístino
relato, tomado en su conjunto, de la provincia maya de los
Canules, cuya capital fue la noble Calkiní del Camino
Real. Habla del linaje Canul, de la extensión y límites
de su territorio, de episodios de su conquista y de los
nombres de sus hombres notables de inmediatamente antes
e inmediatamente después de aquella.
No
está completo. Desde su descubrimiento le faltaron
las diez primeras páginas. No sigue un plan, sino
que es una serie de relaciones que ni siquiera siguen un
orden cronológico riguroso. Es una compilación
de diversas relaciones y noticias, todas de carácter
histórico, pero sus datos son preciosos.
Contiene
la lista de lo tributado a Montejo a su paso por Calkiní
y de lo que el Capitán hizo con el tributo junto
a la grande ceiba cabe el pozo Halim; el nombre de los dos
primeros españoles que residieron en Calkiní
y el de los esclavos que se les dio comprados en común
y lo que por ellos se pagó. Hace mención de
los barcos que tenía un sacerdote Canul en el mar
para que pescasen sus esclavos; de los varios nombres que
un hombre podía tener según la usanza maya;
naal o materno, paal o infantil, coco o de chiste, es decir,
apodo, además del profesional, hecho ya mencionado
por Landa, pero dando solamente el dato de cuándo
el maya cambiaba de nombre; de la fecha de cuando se terminaron
de abrir las calles de Calkiní y de quién
las hizo; de la comisión Canul que va en 1821 a los
archivos de Don Francisco de Montejo Xiu de Maní
en busca de un mapa para aclarar problemas de límites.
Por último, revela cómo un maya educado tenía
noticias precisas de la geografía de la península
al mencionar el Petén Itzá, Sisal en la costa
norte y Coba, posiblemente confundiéndola con Tulum,
en la costa oriental, además de Campeche y Champotón
en la occidental.
La
historia del documento y de su paradero hasta 1906 la da
el ilustre historiador campechano Don Gustavo Martínez
Alomía en su ensayo Historiadores de Yucatán,
como sigue:
"La
llamada 'Crónica de Calkiní' que aduce como
prueba de alguna de sus afirmaciones el señor Lic.
D. Juan Francisco Molina Solís en su 'Historia del
Descubrimiento y Conquista de Yucatán', es un cuaderno
manuscrito muy antiguo que contiene varias relaciones de
la manera cómo poblaron los indios de aquel lugar,
después de la destrucción de Mayapán;
del viaje de los conquistadores a través de Acanul,
de que Calkiní era la capital; de la resistencia
que se hizo allí a Montejo y su entrada triunfal,
con otros datos curiosos acerca de las antigüedades
mayas.
"Lo
obsequió el cacique de ese pueblo, en el año
de 1867 a don Faustino Francio, amigo de nuestro erudito
historiador el señor Molina, de quien éste
lo hubo, y a su vez lo puso en manos del Ilmo. señor
Obispo don Crescencio Carrillo y Ancona, quien lo agregó
al Códice o Chilán Balán de Chumayel.
Debe encontrarse entre los valiosos documentos históricos
que aquel sabio Prelado guardaba y hoy están en poder
de su principal albacea el Lic. don José D. Rivero
Figueroa.
"No
conocemos la disposición testamentaria del Ilmo.
Señor Carrillo; pero nos atrevemos a asegurar que
no se opondrá a la publicación de esa Crónica
ni a la de algunos otros documentos correspondientes a la
historia del país, que con tanto acierto hizo su
poseedor en sus estudios.
'El
nombre de 'Crónica de Calkiní' no lo tiene
el original, pero quien quiera que lo haya bautizado así,
lo hizo con notable propiedad, porque refiriendo hechos
ocurridos en aquel pueblo y sus alrededores, es el más
adecuado para el manuscrito.
"Carece
también del nombre del autor, según me han
informado, y creo que no sea una copia coetánea de
la conquista o de un tiempo muy poco lejano de ella, porque
nuestro clima destruye con bastante precipitación
los papeles antiguos. Mis suposiciones las rectificaría
yo a la vista del original, pero no me ha sido posible conseguirlo
a pesar de mis deseos. Esto me proporcionaría también
la ocasión de comprobar la veracidad de algunos documentos
en lengua maya que poseo, relativos al pueblo de Sahcabchén
y que refieren sucesos de mediados del siglo XVI, los cuales
he tenido siempre por apócrifos, por cuyo motivo
no los he querido incluir en el presente trabajo destinado
a conservar la relación de nuestras fuentes legítimas
de historia.
"A
mi juicio los escritos estos apenas alcanzan a una época
aproximada de 1750, a no ser que sean copias de los originales
o de otras copias más antiguas.
"De
cualquier manera, la publicación de la 'Crónica
de Calkiní' sería utilísima porque
comparado su relato con lo poco que aún nos queda
de los primitivos historiadores y estudiándose con
algún detenimiento, podría comprobarse su
exactitud y servir de referencia exacta a los que se dedican
a esta clase de trabajos".
Hasta
aquí nuestro historiador Martínez Alomía.
Con la ayuda de otras fuentes, continuamos la historia a
partir de 1906.
Cuando
el famoso Chilam Balam de Chumayel fue enviado de Mérida
a Filadelfia en 1910, para ser fotografiado por el Dr. George
Byron Gordon, el documento calkiniense, agregado al Chumayel,
se envió juntamente con éste y fue también
entonces fotografiado, pero no llegó a publicarse
cuando en 1913 aparece la edición facsimilar del
Chumayel. Ambos manuscritos regresaron a Mérida a
la testamentaría del Obispo Sr. Carrillo y Ancona.
A
la muerte de su albacea, Don José D. Rivero Figueroa,
los papeles del Sr. Carrillo y Ancona pasaron a su vez al
albacea del Sr. Rivero Figueroa, el Sr. José Policarpo
Molina y del poder de éste a la Biblioteca Cepeda
Peraza de Mérida por compra que de ellos hizo velis
nolis el Gral. Salvador Alvarado en 1915. Poco tiempo después
desaparecieron de esta biblioteca, inclusive, naturalmente,
el manuscrito de Calkiní.
Si
continuó el Calkiní unido al Chumayel no se
sabe, pero en 1918 un Sr. Cori Pallota ofreció éste
en venta desde Boston, Mass. EE.UU., por la suma de 7,000
dólares, según carta dirigida a don Carlos
R. Menéndez y que publicó en facsímil
en el número correspondiente al 11 de agosto del
propio año del Diario de Yucatán. Más
tarde, alrededor de 1942, el Sr. Julio Berzunza, profesor
entonces de lengua inglesa en el Colegio de Agricultura
del Estado de Durham, New Hampshire, EE.UU., ofreció
al Dr. Sylvanus G. Morley de la Institución Carnegie,
el mismo Chumayel, por la suma de 5,000 dólares.
Estas son las últimas noticias que se tienen del
paradero del Chumayel. Si el manuscrito de Calkiní
se desglosó y siguió otros caminos, entonces
está perdido desde 1918, más o menos.
Antes
que el Dr. Gordon fotografiase el Calkiní juntamente
con el Chumayel, don Teoberto Maler, residente en Mérida,
había hecho reproducciones de éstos y otros
manuscritos mayas.
El
Sr. William Gates, en 1935, publicó por primera vez,
en Baltimore, EE.UU., una edición en facsímil
del Calkiní, utilizando para ello las fotografías
del Dr. Gordon. En la introducción de su edición
relata que no pudo utilizar fotografías del Sr. Maler,
porque resultaron con el tiempo defectuosas debido a las
substancias químicas usadas para fijarlas.
La
edición que ahora sale a la luz pública está
basada en la del Sr. Gates, con la traducción española
paralela, de modo que el estudioso pueda cotejarla. Al final
lleva un útil índice analítico.
Las
10 primeras páginas faltantes contenían el
comienzo de la relación de los Batabes y sus oficiales
que termina al inicia de la 12. Estos señores, por
lo que se deduce del contexto, fueron congregados en Calkiní
en los cortiles de Na Pot Canché para efectos del
tributo que debería ser presentado al Capitán
Don Francisco de Montejo.
Según
dice el Sr. Martínez Alomía, don Juan Francisco
Molina Solís cita el documento de Calkiní
como apoyo a algunas de sus afirmaciones. En efecto, esto
lo hace en el capítulo XVI del Libro Tercero de su
mencionada Historia del Descubrimiento y Conquista de Yucatán,
precisamente al referirse a la estancia de Montejo en Calkiní,
pero no en todas las ocasiones -lo cita varias veces-, lo
hace correctamente.
Con
respecto a la carencia del nombre de su autor, no siendo
obra de una sola persona sino compilación de varias
testificaciones producidas en diferentes épocas -la
fecha más antigua es de 1579 y la más reciente
de 1821-, no podría tenerlo, pero en la mayoría
de los casos se asienta quién habla y quién
registra.
El
manuscrito era un libro de la comunidad, un Popol Vuh, como
se dice en Quiché o Popolhuun en maya si quisiéramos
hacer la versión de aquel nombre, que como todos
los otros llamados Libros de Chilam Balam se guardaba celosamente
para que se registrase para la posteridad toda noticia y
dato digno de tal honor.
Cuando
estos únicos libros venían a quedar ajados,
eran copiados de modo que sólo resultaban contemporáneas
las últimas anotaciones hechas en ellos. El caso
del Calkiní, parece ser copia de fines del siglo
XVI o principios del siguiente, hasta la página 38
inclusive, más las dos primeras líneas de
la 39. Son contemporáneos los últimos tres
asientos. Identificándose al Crespo que firma uno
de éstos, en la página 39, podría saberse
la época en que estampó su firma allí.
Los otros dos son clarísimos asientos originales
hechos en 1821.
En
las postrimerías del siglo XIX, que fue cuando escribió
el Sr. Martínez Alomía, este ilustre campechano
preconizaba la publicación del documento Canul. Y
aunque la edición en facsímil se hace en 1935,
en EE.UU., es sólo ahora que, como decimos antes,
otro ilustre campechano realiza esta primera edición
española dentro de su programa renovador y como justo
homenaje a la señorial Calkiní de los Canules.
Campeche,
Camp. Marzo de 1957.
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* Tomado del libro Códice de Calkiní.
Cantares de Dzitbalché. Alfredo Barrera Vásquez,
Trad. Edición del Gobierno del Estado de Campeche
y el Ayuntamiento de Calkiní, Campeche, 1984, 96
p.